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La Doctrina Estrada

Si algo nos ha convencido del virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, de sus últimas declaraciones, es su compromiso de fortalecer las relaciones exteriores en base a la Doctrina Estrada, que le diera prestigio y respeto internacional a nuestro país desde 1930, hasta que, por desatinos de la falsa, por traidora, alternancia del poder, suprimida por el panista Vicente Fox Quesada.

¡Vaya compromiso!, tanto del futuro Presidente Constitucional y de su futuro canciller, Marcel Ebrard Casaubón. Van a tener que remar a contracorriente con no pocos adoradores del intervencionismo en el mundo, empezando por el mandatario de a lado, Donald Trump y sus colegas corifeos.

La Doctrina Estrada, recurro a Wikipedia, nombrada por su autor como Doctrina mexicana, era el nombre del ideal central de la Política Exterior de México desde 1930. Su nombre se deriva de Genaro Estrada, Secretario de Relaciones Exteriores durante la Presidencia de Pascual Ortiz Rubio, que la redactó y publicó mediante un comunicado de dicha Secretaría el 27 de septiembre de 1930.

Esta doctrina se manifiesta en contra de que los países decidan si un gobierno extranjero es legítimo o ilegítimo, especialmente si este proviene de movimientos revolucionarios. La doctrina Estrada contradecía la costumbre de su época de que cada país debía reconocer al gobierno de otro país para que este fuera considerado válido o legítimo.

Para entender más a profundidad este concepto básico, que durante décadas le diera respeto y reconocimiento a nuestro México en el mundo, recurro a la parte fundamental de la argumentación del Embajador Jorge Palacios Treviño, en un pequeño ensayo en tamaño, por el contrario grande en sabiduría, que tituló: “Muchos citan la Doctrina Estrada pero pocos la conocen, en el que la explica y argumenta de la siguiente manera:

“Fundada en principios perennes de validez universal, la Doctrina Estrada sigue vigente.

La decisión del Gobierno mexicano de intensificar la promoción y el respeto de los derechos humanos; la posibilidad de enviar tropas al extranjero para que participen en operaciones de paz de las Naciones Unidas; la participación de México como miembro no permanente del Consejo de Seguridad (se dice que con ello se compran pleitos) son, entre otros, los motivos señalados por algunos comentaristas para sentenciar el fin de la Doctrina Estrada.

Incluso, hay quien piensa que, junto con la Doctrina, quedarán atrás algunos principios que tradicionalmente han regido la política exterior de México tales como: el de la Libre Determinación de los Pueblos y su correlativo de No Intervención en los Asuntos Internos de los Estados; los cuales no sólo están consagrados en la Constitución Política Mexicana sino también en la Carta y en las Resoluciones de las Naciones Unidas.

La Doctrina Estrada es una de las aportaciones más valiosas de México al Derecho Internacional, y quizá la más famosa, pero es poco conocida y, por ello, se le interpreta de diversas maneras; de ahí que unos la alaben y otros la denigren; que algunos digan que México la aplica y otros que no”. Continuará.