Diciembre 24, 2024
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Comentario a tiempo

Mentes infantiles

IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave

Si no fuera porque está en peligro la supervivencia misma de la humanidad, el pleito personal que se han declarado los mandamases de Estados Unidos, Donald Trump, y de Corea del Norte, Kim Jong-un, nos movería a todos en el mundo una hilaridad incontenible.

En efecto, todos los habitantes de este planeta tierra, por lo que se ve, se palpa y se siente, estamos a expensas o dependemos de dos mentes infantiles a quienes sus pueblos han colocado en los lugares más precisos para desencadenar la tercera guerra nuclear que indudablemente sería la última, puesto que no quedaría nadie para contar dicha hecatombe.

De ninguna manera es aceptable y menos entendible que el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, haya proclamado en su tradicional discurso de año nuevo que Washington nunca podrá iniciar una guerra contra su país ahora que su nación ha desarrollado la capacidad de llegar a todo el territorio continental estadounidense con sus armas nucleares Y agrega: Dicen que Donald Trump tiene un botón rojo en el Despacho Oval con el que pide hasta doce Coca-Cola Light al día.

Nosotros, aseguró Kim Jong-un, tenemos otro botón siempre a mano en mi escritorio que provocaría un ataque nuclear sobre cualquier ciudad de los Estados Unidos al alcance de mi dedo y agregó: “Esto no es una amenaza, es una realidad”,

Donald Trump, exacto en esa tesitura infantil, con perdón de todos los niños, pero que lo retratan en su absoluta y limitada dimensión, responde que él tiene un botón más grandote.

Dicen los cables que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, “no pudo evitar ser él mismo, y ante su mayor responsabilidad, la gestión de una crisis nuclear, quien respondió a su archienemigo norcoreano con un exabrupto que muestra a las claras su forma de ver el mundo: “Kim Jong-un ha dicho que el botón nuclear está en su escritorio todo el tiempo.

¿Podría alguien de su hambriento y mermado régimen decirle que yo también tengo un botón, pero que el mío es mucho más grande y más poderoso que el suyo, y que funciona?”.

Ya antes, ambos personajes habían intercambiado insultos. En septiembre, durante su estreno ante la Asamblea General de la ONU, el presidente estadounidense amenazó a Corea del Norte con la “destrucción total” si ponía en riesgo la seguridad de Estados Unidos y llamó “hombre cohete” a Kim Jong-un. “Con seguridad, voy a domar con fuego al desequilibrado y viejo chocho americano”, respondió el norcoreano en una alocución emitida por televisión.

Este cruce de insultos se repitió en noviembre, cuando, en la recta final de su gira asiática, Trump llamó “gordo y bajo” al Líder Supremo, después de que los medios norcoreanos retratasen al presidente como un “viejo lunático”. Ahora, como si fuera un patio de colegio, nuevamente han chocado los dos hombres que tienen en sus manos el mayor pulso nuclear de la década.

Lo dicho, la humanidad toda está expensas de dos mentes infantiles, nuevamente con perdón de los niños, sin embargo el pleito no es banal, es de una gravedad total, son dos sujetos enfermizos que juegan a la guerra nuclear, como si manipularan juguetitos de plástico o madera, es decir, están traveseando con la propia superviven