Diciembre 25, 2024
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IMPULSO/Teodoro Rentería Arróyave

Bajo fuego imperial (II)

Continuamos con el análisis de la respetada colega argentina Stella Calloni, en el que se refiere a la historia de las agresiones del Gobierno estadounidense contra Venezuela y demás naciones de nuestra sufrida Latinoamérica:

“Venezuela, el país que ha realizado más elecciones generales, regionales, municipales y referendos en América Latina y el mundo desde 1998, que son 22, de las que han ganado 20 los partidos que fue formando el chavismo en su desarrollo como el actual Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) y sus aliados, con supervisión de organismos y veedores internacionales, resulta que es presentada por Washington como una “dictadura” cruel y violadora de los derechos humanos.

Venezuela Gana limpiamente, ofreciendo auditoras de las que quieran hacerse y el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, no reconoce el triunfo, actuando en nombre del gobierno de Estados Unidos y sus secuaces y llama al golpismo o a la invasión.

Eso ocurrió en el mismo momento en que en Brasil se conoce por declaración de un diputado y otras pruebas, que se pagaron millones de dólares para comprar los votos de los legisladores y destituir a la presidenta Dilma Roursseff el 31 de agosto 2016, a la que nadie pudo probarle ningún acto de corrupción.

Fue un golpe de Estado judicial-mediático-parlamentario lo sucedido en Brasil en 2016, ante lo cual el Secretario General de la OEA no tomó ninguna resolución, amparando el golpismo y las consecuencias que ha tenido la asunción ilegal del corrupto presidente de facto Michel Temer en la castigada sociedad brasileña, violando todos sus derechos, lo que se ha convertido en un escándalo mundial.

El mismo Luis Almagro, que no ve las violaciones a las normas internacionales del respeto a los derechos humanos y de los pueblos por parte del Gobierno del presidente Mauricio Macri en Argentina, donde una prisionera política, la dirigente social Milagro Sala puede ser detenida ilegalmente en Jujuy con amparo del Gobierno nacional, maltratada, sometida a castigos y torturas, trasladada de un lugar a otro, secuestrada a pesar de las resoluciones dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Almagro no ha realizado declaración alguna ante la desaparición forzada por parte de una fuerza de seguridad estatal, como es el caso de Santiago Maldonado, en la provincia sureña de Chubut, ello sin que haya ninguna respuesta del Estado nacional, mientras esas mismas autoridades persiguen a la familia de la víctima y a los reprimidos pueblos originarios del Sur. Nada ha hecho ante la evidente utilización de la justicia por el Gobierno de Macri para la persecución política judicial, mediática y parlamentaria de sus opositores. El Gobierno actual convalida la existencia de un monopolio mediático que produce noticias falsas y divulga mentiras, utilizadas para crear causas, violando todos los derechos de las personas injustamente acusadas.

El Gobierno controla el 98 por ciento de los medios de comunicación en Argentina, logrando impunidad para todos sus actos, convirtiendo a la información en un arma de lesa humanidad.

No hay ninguna protección para millones de despedidos injustamente, para periodistas perseguidos y amenazados en estas democracias de seguridad nacional, donde todas las injusticias son validas y los pueblos están desprotegidos. Pero también donde la injerencia externa es de tal magnitud que, incluso, como lo señalan algunos medios de Estados Unidos, nuestros pases están bajo el mandato encubierto de Washington. Gobernar mediante decretos y vetos, como una dictadura común, no preocupa a Almagro.

Para este señor, en México, donde hay casi 25 nuevos periodistas asesinados en lo que va de este año, no sucede nada, no se viola ninguna norma, no se investigan los más de 150 mil muertos y los más de 40 mil desaparecidos desde el año 2006, cuando se firma con Estados Unidos el maldito Plan Mérida, que lleva a la guerra supuestamente contra el narcotráfico en que Estados Unidos dirige a las fuerzas armadas de ese país.

Ha convertido al Ejército, la Marina y la aeronáutica en fuerzas de ocupación de su propio pueblo, convertido en víctima en su conjunto. Continuará.

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