Julio 16, 2024
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IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave
¡Qué brutos!

¡Qué brutos!, de ninguna manera es un insulto, es una expresión muy común en la Península Ibérica que denota en primera instancia usar de las fuerza bruta para reprimir al contrario y también en la necedad de imponer criterios y posiciones políticas.
Eso es exactamente lo que ha ocurrido en Catalunya con las órdenes del Gobierno Central de Madrid, comandado por el ultraderechista Mariano Rajoy, ahora validadas por el rey Felipe VI, que aún no acierta a comprender que su corona es caduca y fuera de toda lógica del mundo moderno de la democracia.
Es incomprensible que, a pesar de las acometidas brutales de la policía contra la población inerte, el pueblo catalán se manifestara en forma mayoritaria, casi unánime por la independencia de su país, y el presidente Mariano Rajoy hiciera su aparición en cadena nacional de radio y televisión para felicitar a los catalanes que “en forma mayoritaria” votaron por el no independista.
En la actitud de estos pseudolíderes que militan en la derecha extrema y que tienen como regla general mentir a pensar de la realidad. No sólo se burlan de sus conciudadanos, sino del mundo en general.
A reserva de mayor análisis, ahora, el propio Rey Felipe VI, que lo creíamos más sereno y conspicuo, nos sale con un discurso tan absurdo o más que el de su presidente Rajoy.
Cuando menos reconoció que “Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática”. El primer cuestionamiento sería ¿cuál democracia? Cuando se reprime a un pueblo a manifestarse en la urnas con cargas brutales de la policía enviadas desde el centro del poder madrileño.
Luego, como si todos en el mundo, aunque sólo se dirigió a los españoles, fueran un conglomerado de imbéciles, aseguró que “todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña.
Desde hace ya tiempo, continuó, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno.
Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña.
Y finalmente culpa, obvio, al pueblo, sino “en definitiva, a las autoridades, de una manera clara y rotunda, porque según su criterio imperial, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común.
Ante todo esto, si democracia habla, ¿por qué no permite que se exprese? Por ahora es de apreciarse tanto la reacción de la Organización de la Naciones Unidas, ONU, como de Unión Europea, UE, que han pedido una exhaustiva investigación de la brutalidad policíaca y, por ende, del atentado a esa expresión libre de la democracia. Continuará.

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