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IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave
Las guerras por o contra los medios

Uno de los temas centrales en el XII Congreso Internacional de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, que preside el amigo Juan Carlos Camaño, son esas guerras inacabadas y que cíclicamente se endurecen por o contra los medios.

Los cambios políticos que se han dado en la región con un peligroso viraje hacía la derecha obtusa por su único afán de lucro, ha permitido por una parte que los grandes corporativos mediáticos se afiancen y por otro lado el ataque desmedido desde el centro del imperialismo más poderoso en una acción para someter a los medios exclusivamente a sus intereses. Es decir socavar o de plano acabar con los medios de comunicación.

México, al igual que otras naciones, es un claro ejemplo de ese propósito de acumular medios para servir las ganancias de los corporativos; existen naciones en los que un solo grupo empresarial controla el espectro de la radio y la televisión, otros en la de la prensa escrita o ambos medios.

Como nunca antes había ocurrido, en Estados Unidos que siempre ha vendido su imagen de una democracia perfecta y de un respeto irrestricto a la libertad de prensa, todo cambió de repente con la entronización al mando supremo de la gran potencia, mediante todas las argucias que fueron necesarias, de un magnate precisamente de los medios, que pretende imponer un mando oligárquico y hegemónico.

En la nación latina de Norteamérica, se tomó la absurda decisión de concesionar las frecuencias de radio y televisión, mediante la subasta pública a contrapelo de la tradición de otorgar a los interesados que mejor se comprometieran en el cumplimiento del interés social público.

Donald Trump, dueño por ahora de la Casa Blanca, está en guerra total y declarada contra los medios porque no soporta la mínima crítica y es totalmente contrario al escrutinio a que está obligado todo gobernante. Olvida el principio de que sólo es el primer mandatario, es decir, un sujeto que fue elegido y por tanto es el primero en ser mandado por el pueblo, al que le debe obediencia y por ser un funcionario público, sus actos deben de ser ventilados públicamente.

En mi nación, además de lo anterior, se creó un organismo autónomo llamado Instituto Federal de Radio y Televisión, IFETEL, para, se dijo, asegurar la sana competencia de los medios, es el caso más que escandaloso de que en la primera subasta pública un grupo llamado Tecnoradio, que se presento como nuevo entrante al mercado y obtuvo mediante maniobras corruptas, 37 concesiones de radio y con lo beneficios que dicha posición lo otorgaba, después se descubrió que ocultó el vínculo de parentesco con personas de la empresa Radiorama al IFTEL, por lo que ahora es sujeto de una investigación, puesto que además encareció el precio de la licitación a extremos insostenibles.

Al anunciar Tecnoradio que se salía del proceso al no pagar los 270 millones de contraprestaciones, los demás ganadores se salieron del proceso y amenazan con iniciar juicios legales. Total, la primera licitación de IFETEL resultó un rotundo fracaso.

En Estado Unidos, sigue la guerra de Trump contra los medios; al estilo de los más depurados dictadores de la historia que han pretendido un mundo ideal sin prensa que lo observe y mucho que lo investigue, se niegan al escrutinio público. Estamos seguros que finalmente perderá; cada día que pasa, más votantes estadounidenses se están convenciendo de que cometieron el más grave error al elegir al despótico y racista Donald Trump.

Exacto: las libertades de prensa y expresión son una batalla que se tiene que ganar todos los días, todas las horas, todos los minutos, sin exagerar, cada segundo.

Periodista y escritor; Presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; Secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP. [email protected]

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