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IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave (2)
Iulia augusta emérita, hoy Mérida
MERIDA, EXTREMADURA, ESPAÑA. A mas de 2 mil años, aun nos resulta sorprendente que en un territorio de apenas un poco más de 866 kilómetros cuadrados, que es la superficie de esta ciudad que bañan los ríos Guadiana y Albarregas, se hallan encontrado y conservado monumentos colosales, romanos y árabes.
Sólo visitando Mérida y recorrerla a pie se puede comprender la grandeza de esta urbe; de inmediato apenas traspuesto el carril de la carretera correspondiente, se encuentra de frente con vestigios singulares de una casona de un ilustre soldado de nombre Mitreo y un panteón romano, al que se le distingue con el nombre de “Columbarios”, donde se puede aprender que estos servidores vivían de acuerdo a sus glorias.
La ciudad, cuando la crearon los romanos en el año 25 Antes de Cristo, le pusieron el nombre de Iulia Augusta Emerita, según la historia, esta colonia fue el legado ordenado por Octavio Augusto para los soldados eméritos licenciados del ejército, de dos legiones veteranas de las guerras cantábricas: Legio V Alaudae y Legio X Gemina. El término emeritus significaba en latín “retirado” y se refería a los soldados licenciados con honor.
Aquí cabe hacer dos apuntes, emérito es en nuestra civilización un título que se les da, no al más viejo de una facultad, de una universidad o de una organización académica, se le otorga de acuerdo a los méritos acumulados.
En una de las plazas de la urbe, todas bellas, existe un obelisco dedicado a las ciudades que llevan el nombre de Mérida, a saber la extremeña, la mexicana, la venezolana y la cubana, y caigo en otra verdad histórica al gentilicio de los nacidos en Mérida, no es merítense, sino emeritense.
Imagínese pasear para disfrutar su estupenda comida, y encontrarse de repente con el llamado Palacio de Diana sostenido por múltiples columnas, que lo mantienen enhiesto desde el Siglo I antes de Cristo. Los estamos recordando como los fuimos descubriendo, antes por la noche nos quedamos atónitos con el Arco de Trajano, que no fue en honor del famoso emperador hispano, era sólo una de las puertas, eso sí, monumental.
Ahora, hacía a las afueras de la ciudad creada desde la prehistoria, nos encontramos con un puente romano de cerca de 800 metros, el más grande construido en esa época, mismo que ya contaba con aliviadores para soportar las avenidas del Río que en tiempo de lluvias alcanza cerca de un kilometro de ancho, frente al mismo una alcazaba árabe.
Como si fuera poco lo anterior, algo que nos hizo rememorar las palabras de Napoleón, exclamamos: más de 2 mil años nos contemplan, fue el teatro y foro romano, además del llamado Circo donde se llevaban a cabo las carrera de cuadrigas. Cerca de este entorno se levanta el Museo de la ciudad con los vestigios arrebatados a la implacable naturaleza.
Por todo ello. desde 1993, Mérida fue declarada por la Organización de las Naciones Unidas para Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, Patrimonio de la Humanidad y también por lo mismo lleva los apelativos de la Muy Noble, Antigua, Grande y Leal Ciudad de Mérida. CONTINUARÁ.
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