IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave
Fidel y Martí
En estas tierras extremeñas, me llega la información de las exequias de Fidel Castro Ruz y las detengo en el tiempo para comentar que, a partir de este domingo cinco, el Comandante en Jefe, el héroe de Sierra Maestra, el revolucionario triunfador, reposa ya en su tumba del cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba al lado derecho del otro héroe epónimo de la isla caribeña, José Martí, ambos fuertemente ligados a México y que ahora, por los tiempos que nos esperan, sus ideas y pensamientos deben ser acicates para enfrentar las adversidades que se puedan presentar
Las cenizas de Fidel, tras un recorrido de 900 kilómetros, en el cual un pueblo se desbordó triste, obvio, sin embargo, más orgulloso que nunca por su Revolución, que ha sabido defender pese a los golpes de un imperio que no entiende aún que los pueblos tienen derecho a asegurar soberanía y libertad.
El homenaje postrero fue el sábado tres en la Plaza Mayor General Antonio Maceo Grajales, después de un recorrido que reeditó en sentido inverso la Caravana de la Libertad de enero de 1959, durante el cual recibió el testimonio de amor de los cubanos.
El presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, había informado que las cenizas de Fidel serían depositadas en una sencilla ceremonia en el Cementerio de Santa Ifigenia, muy cerca del mausoleo del Héroe Nacional José Martí; de sus compañeros de lucha en el Moncada, el Granma y el Ejército Rebelde; de la clandestinidad y las misiones internacionalistas. Ambos héroes muy cercanos a nuestro país.
Al mismo tiempo, aseguró que se dará absoluto cumplimiento al deseo de su hermano, al expresar que “fiel a la ética martiana de que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, el líder de la Revolución rechazaba cualquier manifestación de culto a la personalidad y fue consecuente con esa actitud hasta las últimas horas de vida, insistiendo en que, una vez fallecido, su nombre y su figura nunca fueran utilizados para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles u otros sitios públicos, ni erigidos en su memoria monumentos, bustos, estatuas y otras formas similares de tributo.
Y agregó emocionado: “En correspondencia con la determinación del compañero Fidel, presentaremos al próximo período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, las propuestas legislativas requeridas para que prevalezca su voluntad. Así son los grandes seres humanos: humildes hasta después de muertos.
Raúl Castro, al describir paso a paso los triunfos de la Revolución que Fidel encabezó y que supo afrontar con éxito los zarpazos del imperio, iniciaba con la frase: si se podía… y remató: “Ese es el Fidel invicto que nos convoca con su ejemplo y con la demostración de que ¡Sí se pudo, sí se puede y sí se podrá! O sea, repito que demostró que sí se pudo, sí se puede y se podrá superar cualquier obstáculo, amenaza o turbulencia en nuestro firme empeño de construir el socialismo en Cuba, o lo que es lo mismo, ¡Garantizar la independencia y la soberanía de la patria!