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IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave

El párroco y la crispación social

Como es del conocimiento público, el párroco de Catemaco, Veracruz, José Luis Sánchez Ruíz, apareció con vida aunque golpeado y con evidentes signos de tortura, por ello, el pueblo sigue manifestándose con actos vandálicos.
No trataremos de justificar dichas acciones cometidas por los habitantes de ese municipio ubicado en el centro de los Tuxtlas, conocido en el mundo por su laguna y por su tradición ancestral de la brujería, que han llegado al extremo de agredir a inocentes, entre otros a periodistas, policías y funcionarios de gobierno.
Sin embargo, es de entender la crispación social en que viven nuestros pueblos ante el acoso constante de la delincuencia organizada o desorganizada, la cual actúa impunemente ante la negligencia y de plano la complicidad de las autoridades.
Tampoco estamos de acuerdo que los habitantes de cualquier punto de la Republica se hagan justicia por propia mano, pero no podemos ser ígnaros ante la situación que se vive en forma alarmante en muchos puntos del país, repetimos por la omisión y complicidad de las autoridades.
Ante este fenómeno social, el Gremio Nacional Organizado: Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, Club Primera Plana y la Federación Latinoamérica de Periodistas, FELAP, desde un principio dio la voz de alarma y denunció al gobernador, César Duarte de Ochoa, ahora con licencia y prófugo, sobre todo porque convirtió al Estado en cementerio de periodistas y por la corrupción imperante en su desgobierno.
Nadie nos hizo caso, hemos insistido en la necesidad de que las agresiones a periodistas, antes inclusive de que se conviertan en asesinatos o desapariciones forzadas, sean atraídas ipso facto por la Procuraduría General de la República, PGR, es decir, se federalicen los delitos contra las Libertades de Prensa y Expresión.
La iniciativa de ley correspondiente, que por cierto integró jurídicamente el actual presidente de la Comisión Nacional de los Derechos, CNDH, Raúl González Pérez, cuando era un acérrimo defensor de las libertades primarias, yace en el cajón de los olvidos del Poder Legislativo.
Magnífico que el párroco, Sánchez Ruíz haya sido encontrado con vida, puesto que es la oportunidad para saber quienes fueron sus agresores y cuál fue el móvil de su secuestro y de las lesiones que presenta.
Por desgracia, la investigación está en manos de las autoridades veracruzanas, lo decimos, porque el gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado, con buena trayectoria, aún no logra marginarse de la maquinaria que le dejó el prófugo de la justicia, César Duarte de Ochoa.
Urge la intervención directa del flamante procurador general de la República, Raúl Cervantes Andrade. Hay materia de sobra para atraer al ámbito federal el secuestro y la agresión física al sacerdote de Catemaco. Es apremiante, en verdad, paliar, atemperar la crispación social que inunda y lastima al país.
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