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COMENTARIO A TIEMPO

CRÓNICA DEL SINDICALISMO EN MÉXICO (II)

Por Teodoro Rentería Arróyave

Para jueves 16 de febrero de 2023

SEGUNDA PARTE

Ya dejamos constancia de que en una tarde noche, donde el auditorio del Museo Interactivo de Economía, MIDE, se colmó de asistentes para ser testigos de la presentación del libro: “Breve Crónica del Sindicalismo en México”, de la autoría de Pedro Haces Barba, secretario general de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México, CATEM.     

Ya nos referimos a los presentadores, ahora abordemos el contenido de la obra en forma sucinta, de acuerdo con los espacios periodísticos.

Haces Barba, después de ubicarnos en el contexto del tiempo mundial o del desarrollo de la humanidad, entra de lleno a la historia del sindicalismo en nuestro México, al ubicarnos en la que se considera “la primera Huelga” en el nuevo mundo.

Fue realmente el primer paro de trabajadores en protesta por las condiciones y explotación que sufrían, y admírense, ocurrió contra, quién lo dijera, la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, capital entonces de la Nueva España.

Nos relata, México evolucionado por los cambios producidos en el resto del mundo, desde el virreinato llevó a cabo infinidad de pasos para alcanzar la libertad y con ella los derechos individuales y colectivos. La conciencia del derecho al trabajo que se habría paso entre los excesos de los colonizadores, los terratenientes y los productores, había tomado muestras de estar latente en nuestras tierras.

En 1582, por ejemplo, se registraron como trabajadores de la música el maestro de capilla y el racionero de la Catedral de México para confrontar al cabildo metropolitana en protesta por las condiciones salariales en sus desempeños o labores.

El Dean catedralicio, así como el cabildo acordaron reducir los sueldos provenientes de la capilla que a su parecer eran onerosos sobre otros gastos de la magna iglesia.

Así, el 4 de julio se hace la notificación oficial de esta decisión a una veintena de personas afectadas entre quienes se determina, además para algunos, la destitución de sus responsabilidades, es decir los corrieron; la acción trajo una consecuencia muy grave para su época, puesto que desde ese día la catedral metropolitana del arzobispado de México, capital de la nueva España, quedaba sin música, dado que los cantos y la música fueron cancelados por varias semanas en los templos más importantes de las iglesias en América.

El órgano, concluye el musicólogo Gabriel Saldívar, en su un relato, permanecería mudo todo ese tiempo porque los maestros se negaban a tocarlo. Por el rango del lugar se requería de especialistas que, en esas condiciones de jornal, se negaban a trabajar, así como otros músicos que en un primer ejercicio gremial declinaba la invitación, rechazando la injusticia que el acto y los bajos sueldos representaban.

El asunto llegó hasta el arzobispo quien consideró que no era posible alargar el silencio musical en los rituales de la Catedral, por tanto convocó a los trabajadores para acordar las condiciones a fin de qué pudiesen regresar a sus labores, mismas que incluyeron el pago de los sueldos caídos en el lapso del cese y la recuperación de su salario original lo que se comunicó al cabildo el 22 de agosto de este año, así terminó esta que podríamos suponer la primera huelga en México, en el Nuevo Mundo, y lo más trascendente, la ganaron los trabajadores.

Más adelante, ya en el México independiente, también continúan los abusos contra los trabajadores, el triunfo de la República no fue suficiente para saldar sus problemas, como hace saber la prefectura de Tlalpan, que en 1867 se registran nuevas quejas de trabajadores de la fábrica de la Magdalena Contreras, que enlistaban abusos y acuerdos sospechosos entre autoridades y dueños de las empresas.

Es así, como las organizaciones y las asociaciones de trabajadores se fortalecen con la intención de formar la Unión Mutua de Tejedores del Distrito de Tlalpan, no obstante ello,  sólo encontraron oídos sordos entre los patrones y el gobierno local, por lo que los asalariados decidieron suspender labores el 8 de julio de 1968 para exigir fuera satisfecho un pliego petitorio que incluía la cancelación de vales de la tienda de raya a cambio del pago, la reducción de la jornada de mujeres trabajadoras, la retribución a la fuerza de trabajo infantil, además de cesar los malos tratos y horarios excesivos para el resto de la planta laboral.

La demanda fue presentada al presidente Benito Juárez y después de qué las corrientes y las fuerzas de seguridad nadaban en sentido opuesto a la protección laboral, el 15 de julio recuerda José C. Valadés, se participó a los trabajadores que los propietarios de las fábricas afectadas habían aceptado las peticiones al cierre de 1868 y tras un triunfo que dio esperanza los movimientos proletarios, sus organizaciones tuvieron sentido y aún con altibajos fueron estableciendo la semilla del sindicalismo mexicano que hoy conocemos. CONTINUARÁ.