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COMENTARIO A TIEMPO

LA DECADENCIA DE LAS MONARQUÍAS

Por Teodoro Rentería Arróyave

Para martes 20 de septiembre de 2022

LA SANTÍSIMA TRINIDAD, DOLORES HIDALGO, GUANAJUATO. Al asumir “el príncipe de la espera”, la corona de la realeza inglesa y convertirse en el rey Carlos III, algunas colegas escribieron que a sus 73 años por primera vez va a saber que es trabajar, en fin, en un grave ambiente de pleitos entre la familia real y de bromas en todos los sentidos, se considera que la monarquía de la antigua “Pérfida Albión” al igual que todas las que subsisten en el mundo están en decadencia y por tanto han entrado en etapa de extinción.

El tema lo hemos abordado varias veces, sobre todo respecto a los Borbón de España, una familia también en pleitos y desacuerdos y lo que es peor, en gravísimos hechos de corrupción y de vidas licenciosas empezando por el propio Juan Carlos I, ahora llamado rey emérito.

Ese monarca en retiro llegó al trono de España por decisión y capricho del criminal dictador Francisco Franco, cuyos restos tuvieron que ser exhumados del Valle de los Caídos por exigencia de los deudos de las víctimas de la sangrienta Guerra Civil, mausoleo o frustrado memorial que el mismo sátrapa se mandó construir, obvio, con dinero del pueblo.

Es de preguntarse: ¿cómo es posible que cuando ya estamos al final del primer cuarto del siglo XXI, todavía exista una disque estirpe de monarquistas que crean, divulguen y defiendan la falacia prohijada y sostenida desde la noche de los tiempos en el sentido de que los reyes y las reinas y sus familias fueron elegidos por su Dios omnipotente y eterno.

Eso solamente lo puede creer la gente sin criterio, sin conocimientos, sin cultura, por fanatismos obsoletos, y lo que es más grave por intereses, viles intereses económicos, así los privilegios de la familia real de la llamada nobleza se extienden a los súbditos y esa palabreja se compone del prefijo “sub” que significa debajo y el verbo “dare” que es sinónimo de dar.

Da grima, vergüenza ajena, como estos monárquicos se rebajan cortesanos a las reverencias más vergonzantes. Así son estos vasallos, se mantienen beneficiados en el absolutismo procaz de las monarquías.

Ahora con el fallecimiento a los 96 años de Isabel II de Inglaterra, la reina que mantuvo la corona por 70 años, una serie de vasallos intelectuales se ha dedicado a cantarle todas las loas posibles y asegurar que cumplió con su deber, ¿cuál deber? ¿en qué sentido podemos decir que cumplió con su deber cuando fue protegida por todas las leyes de la Gran Bretaña desde niña, cuando joven, cuando ascendió al trono y desde ahí en adelante?

Para no abundar en estas historias de horror, baste esta otra pregunta: ¿ya se nos olvidaron los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas armadas inglesas en las Malvinas, tierra argentina ocupada por la corona inglesa, en donde Felipe, el príncipe consorte, tuvo grandes intereses económicos con la explotación inicua de los bienes naturales?

Los periodistas y los analistas libres a estas monarquías, la inglesa y la española, al igual que nosotros, las tildamos de monarquías de opereta o de zarzuela.

En el primer caso se asegura que el Commonwealth, es decir los territorios de ultramar donde todavía reconocen a la corona inglesa se irá desintegrando, ya existen movimientos en ese sentido en varios de las 54 naciones que lo integran; el otro problema y muy grave, que enfrenta ya Carlos III es el Brexit que ha provocado en forma directa la crisis económica, un error garrafal haber separado a Inglaterra de la Comunidad Europea, CE.

Por lo que respecta a España, los enterados aseguran que el último rey de esa corona de cobre será Felipe VI. Sí, están en DECADENCIA LAS MONARQUÍAS.