IMPULSO/ Ángel Díaz del Río
Toluca
El desplazamiento forzado de personas cobra fuerza en el México contemporáneo y no es exclusivo de alguna entidad federativa; sin embargo, en municipios como Tejupilco, Luvianos, Tlatlaya, Amatepec, Zacazonapan y Almoloya de Alquisiras constituye un nuevo patrón de migración, sostuvo la profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México, Laura Mota Díaz.
La autora de la investigación titulada “El desplazamiento forzado en el Estado de México: Una consecuencia social de la violencia organizada”, que realizó en coordinación con Enrique Damián Palma Martínez, de Servicios Educativos Integrados al Estado de México (SEIEM), señaló que los movimientos migratorios -voluntarios o forzados- expresan las desigualdades y desequilibrios entre territorios y grupos sociales, pues la salida es producto de una serie de problemas y necesidades que, de una u otra forma, provocan insatisfacción entre los habitantes de un lugar.
Opinó que la migración en México es una estrategia de superación y supervivencia de numerosas poblaciones, una forma de hacer frente a los desequilibrios económicos y sociales.
“Por más de un siglo, diversas regiones de México se han caracterizado por sus altos índices de emigración, principalmente con destino a los Estados Unidos, movimiento que generalmente se ha catalogado como uno de tipo voluntario/laboral, originado por factores económicos”, aseguraron los académicos.
