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Coaching político

Yo priista
Marco A. Montiel Mondragón

El reciente 89 aniversario del Partido Revolucionario Institucional es una excelente oportunidad para reflexionar sobre lo que el PRI ha logrado por México, lo que actualmente representa y cómo se adapta a un futuro ante dos posibles escenarios.
El destape de Meade representa un cambio de fondo en las reglas del partido para la selección de candidato presidencial, José Antonio Meade es la transformación del PRI, el cambio de un sistema de militantes a uno de simpatizantes, un parteaguas en la historia del partido al seleccionar a un ciudadano ejemplar y no a un político correcto. La pregunta, ¿este PRI de 89 años cambio en el fondo, en sus estructuras de comités estatales, municipales, seccionales y la operación política?
El partido cambiará en la medida en que sus integrantes lo hagan y se puedan contestar con sinceridad por qué soy priista. Aquí están mis tres principales respuestas, que creo que son parte de la mayoría de los priistas.
1. Servir: No puedo encontrar otra forma de hacer aquello a lo que me dedico día con día que no sea con el amor por servir, ayudar a personas y que ellos me ayuden a ser la mejor versión de mí. Servir me hace sentirme vivo, útil y hace que valga la pena cualquier sacrificio. Creo en mi partido porque los buenos somos más, políticos que pueden regresar a ver a los ciudadanos a los ojos y decirles “cumplí”, políticos como lo es Carolina Monroy, una mujer en la que he visto algo inusual en sus recorridos por las calles, las personas se acercan para darle muestras de cariño y agradecimiento. Eso es a lo que creo que deberían aspirar todos los políticos, que después de su gobierno puedan salir a la calle con la tranquilidad de que dieron lo mejor de sí para servir a todos.
2. Identidad: Soy de Atlacomulco, municipio donde nunca se ha tenido alternancia política de otro partido más que el PRI, también pertenezco a dos familias con injerencia política a nivel municipal, estatal y federal, sin embargo, no heredé el ser priista a la fuerza, tengo familiares que no lo son y otros que sí, aunque por conveniencia. Tener estos apellidos ha representado un gran reto para mí por hacer mi propio nombre e identidad a base de trabajo y de una nueva forma de hacer política, tengo enemigos políticos que ni siquiera escogí y otros que sí seleccione, como la corrupción, nepotismo, fanatismo y la ignorancia. Yo no decidí ser priista, yo me hice en el terreno y en el PRI y, en política, nadie me ha regalado nada.
3. Crecimiento personal: El PRI es una escuela de crecimiento humano, desde que entré a sus filas, mi conciencia social, mi manera de comunicarme y mi estilo de vida se han transformado, he podido aprender aquí más que en cualquier universidad, con buenos ejemplos de personas que vienen desde la base y han crecido por su capacidad y trabajo, como el diputado Carlos Iriarte, que viene de la cultura del esfuerzo. Nunca entendí el concepto de institucionalidad hasta que me dijeron que no era el elegido para el cargo que aspiraba y, sin embargo, aquí estoy aprovechando la oportunidad de crecer en mi aspecto humano, mis mejores amigos los he conocido en el PRI, mi segunda familia la encontré pasando más tiempo con ellos que en mi casa, aquí conocí a mi novia y aquí también conocí al Estado de México recorriendo sus municipios y encontrando personas con mis ideales.
El PRI es más que tres letras, más que sus dirigentes y candidatos, somos millones de personas de todas la edades y clases sociales, revolucionarios a los que nos mueve servir a nuestra comunidad con cargo y sin él, somos orgullo de donde venimos e identidad de principios, muestra de la transformación humana y disciplina. Somos más los buenos y lo vamos a demostrar.

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