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Chavela Vargas, voz, valentía y presencia

IMPULSO/Agencia SUN

Ciudad De México

Un día como hoy pero de hace cien años, una mexicana nació “donde le dio su chingada gana”: Chavela Vargas.

Desde su infancia en Costa Rica fue vista como un bicho raro por su personalidad tan única. A los 17 años llegó a México y se amarró muy bien los pantalones y defendió su esencia como cantante, que lejos estaba de los tacones, las faldas y el maquillaje.

Fue gran amiga de José Alfredo Jiménez y también fue su mejor intérprete. Juntos se iban de esta al bar Tenampa y acababan con el alcohol, de allí podían seguírsela días y semanas… Cuando el compositor murió, ella lloró desconsoladamente su muerte y lo siguió cantando toda su vida.

De acuerdo a la mentalidad de su época Chavela vestía “como hombre” además era lesbiana algo imposible de concebir. Solía cantar en espacios lujosos de Acapulco, donde coincidió con artistas de Hollywood, de hecho, cantó en la fiesta de bodas de Elizabeth Taylor, pero nunca le dieron grandes recintos en la ciudad de México para cantar, ni la oportunidad de ser protagonista de sus conciertos.

En 1961 publicó su primer álbum en Orfeón, pero ella misma señaló que nunca le quisieron pagar por sus discos.

Con serios problemas de alcoholismo, Chavela se hundió en la soledad, tanto, que muchos dieron por hecho que estaba muerta. Fue gracias a Jesusa Rodríguez y a Liliana Felipe que volvió a los escenarios y se hizo la promesa a sí misma de dejar de beber. Lo logró.

Pedro Almodóvar, otro gran amigo suyo, fue el responsable de que Chavela volviera a España y que allí lograra el peso que México no le había dado hasta entonces. En el país europeo convivía con Miguel Bosé y con Joaquín Sabina, que le escribió la canción “Por el Boulevar de los sueños rotos”. Chavela puso su canto para muchas películas de Almodóvar, como “Tacones Lejanos”. Actuó en filmes como “Grito de Piedra”, de 1991, y en la película de Alejandro González Iñárritu, “Babel”.

Además de estar en la Sala Caracol, de España, Almodóvar fue el responsable de llevarla al Teatro Olympia de París, donde nadie la conocía, y no solo eso, se encargó de que la función estuviera llena y que se hablara de ella en los medios de comunicación.

México, entonces, el reconocimiento que Chavela Vargas merecía y que ella abrazó. En 2001 cantó en el Zócalo de la Ciudad de México, su voz también se escuchó en el Carnegie Hall de Nueva York, en el Luna Park de Argentina y en el Teatro Nacional de San José, Costa Rica.

Fueron veinte años muy productivos, una segunda vida, como ella misma declaró en una entrevista, ya que durante su época de alcoholismo fue estar conviviendo con la muerte diario.

En 2009 presentó el libro “Las Verdades de Chavela”, escrito junto a María Cortina.

Tres años después, en 2012, pisaría por segunda y última vez el Palacio de Bellas Artes, para presentar su último material: el libro disco Luna Grande. Ese día la acompañó Eugenia León. En ese tiempo Chavela ya se movía en silla de ruedas y la achacaban diversos males producto de la edad (93 años), pero por nada del mundo dejaba de cantar. Todavía viajó a España en julio y se presentó en la Residencia para Estudiantes de Madrid, ese fue su último concierto porque fue hospitalizada por fatiga. Fue ese momento en el que Chavela quiso volver a México, a su tierra en la que si bien no nació, sí decidió morir.

El 5 de agosto se dio la noticia: Chavela, con esa voz triste y potente, había dejado de cantar.

“Silencio, silencio: a partir de hoy las amarguras volverán a ser amargas… se ha ido la gran dama Chavela Vargas”, fue escrito en su cuenta oficial de Twitter.

La velaron en Garibaldi, donde la gente brindó por ella y cantó por ella. Hoy sigue sonando en voces tristes, voces que se despiden de un amor o que brindan por él.

En 2018 se proyectó en México la película “Chavela”, que contiene una entrevista nunca antes vista a la cantante, realizada en 2012, así como testimonios de Jesusa, de Liliana Felipe, Miguel Bosé, Almodóvar y de una de sus parejas sentimentales.

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