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Centro de investigaciones impulsa raíces mexicanas

IMPULSO/Riviera Maya
México
Las investigaciones y proyectos desarrollados por el Centro de Investigaciones y Estudios del Sureste Mesoamericano (CIESM) buscan brindar aportaciones que den vida a una escuela mexicana que no sea de ramificación europea, ello para devolver al país y al continente la conciencia y comprensión de su antigua grandeza cultural, señaló su director Renato Giroldo Cottini.
El especialista comentó que aún cuando queden correctas las cronologías, hay que plasmar una identidad completamente nueva de la realidad del mundo prehispánico mesoamericano y también continental, entendiendo las “deidades” como detalles específicos, características que definen ciertas partes de la deidad única y suprema.

El doctor Renato Giroldo, quien dirige al CIESM, tiene como especialidad el análisis epigráfico y lingüístico de las inscripciones talladas en los monumentos o pintadas en otros soportes por los antiguos pobladores de la región, labor a la que se dedica desde 1989.

Dicho espacio está conformado por un grupo de estudiosos de las culturas prehispánicas y se dedica a la investigación y difusión de la información acerca de las raíces de nuestro país, misma que se va actualizando cada día. Cabe mencionar que el CIESM empezó sus actividades en 1996, pero fue formalizado en el año 2007, cuando los primeros integrantes consideraron necesario dar al Centro un aspecto más formal.

Todos tenían y tienen el objetivo de buscar respuesta a cientos de interrogantes que han sido propuestas como certezas desde hace décadas, dejando clara la urgencia de llenar un vacío de información que existe desde la época de la llegada de los primeros europeos.

El CIESM trabaja de manera multidisciplinaria para evitar que las investigaciones tomen un rumbo específico, que a menudo se ha demostrado incorrecto y, más bien, limitante, todos los integrantes aportan sus propuestas y conocimientos en pos de extraer una visión común que incluya aspectos desde los más técnicos hasta los humanísticos.

Fue justamente la interpretación tradicional del sistema de escritura y las otras tantas teorías tradicionales que se desprendieron de la chispa que prendió el fuego, un sinfín de signos epigráficos difieren el uno del otro en detalles mínimos, una cuestión que institucionalmente fue liquidada con la definición de “variantes”. En la práctica, la aplicación del concepto de “variantes” produjo paulatinamente, desde los años 1950 y por la propuesta de un solo estudioso, una lectura imposible, al punto que fue necesario proponer que la lengua utilizada en las inscripciones que hoy en día ya no existe.

El CIESM intentó por ende un acercamiento de tipo diferente, diametralmente opuesto: ya no trató de encontrar una lengua a través de los signos y la iconografía, sino de volver a identificar los signos utilizando la Lingüística. Es obvio que hubo que decidir cuál lengua, empero, la distribución geográfica de las lenguas utilizadas en el sureste de México es clara, indicando lo que hoy llamamos maya peninsular o yucateco como la más difundida, explicó Renato Giroldo.

Los resultados de volver a comenzar de cero fueron inmediatos y los asesores lingüísticos del centro de investigación, todos ellos mayaparlantes desde el nacimiento, empezaron a reconocer su propia lengua en los antiguos trazos. Lo inesperado fue darse cuenta de que el sistema de escritura muestra ser altamente sofisticado, extremadamente preciso y sin variantes y también mucho más evolucionado que los sistemas de escritura de derivación europea.

Mucho más inesperado fue el reconocer los mismos trazos en los monumentos de la época “olmeca” y poderlos leer, cosa que indica la utilización de la misma lengua en la Costa del Golfo por lo menos desde el segundo milenio a.C., encontrándolos de nuevo en toda obra de arte público a lo largo de Mesoamérica, lo que permitió postular la propuesta de monoteísmo difundida con anterioridad.

Al mismo tiempo, la visión cosmogónica prehispánica necesitó de un ajuste mayor, así como las ideas que los estudiosos del mundo occidental habían formulado, basadas en una percepción de superioridad europea hacia el “salvajismo” mesoamericano.

El CIESM empezó sus actividades en 1996, los primeros integrantes tenían y tienen el objetivo de buscar respuesta a cientos de interrogantes que han sido propuestas como certezas desde hace décadas, pero haciéndolo libres de presiones institucionales y de mercado, dejando clara la urgencia de llenar un vacío de información que existe desde la época de la llegada de los primeros europeos.

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