IMPULSO/ Agencia SUN
Madrid
La embajadora de México en España, Roberta Lajous, y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, firmaron la semana pasada la cesión durante 25 años de un palacete de propiedad municipal donde se instalará la sede la Casa de México.
El edificio, una construcción de los años 20 de dos mil 700 metros cuadrados en la céntrica calle de Alberto Aguilera, contendrá desde finales de 2017 el Instituto de México en España, el Fondo de Cultura Económica y su librería, además de la biblioteca “Octavio Paz”, que, con 14 mil volúmenes, será la más completa sobre temas mexicanos en la capital española.
El proyecto se considera de gran relevancia para la difusión de la imagen de México en Europa.
El Ayuntamiento también lo presentó como un proyecto enriquecedor para Madrid: “Una plataforma abierta, accesible a la ciudadanía, para promover la cultura mexicana, el turismo, el arte popular, la cooperación educativa, científica y técnica, las industrias creativas, la diversidad gastronómica y el deporte”.
Sin embargo, la experiencia ha generado una gran polémica dentro del propio Ayuntamiento, gobernado por Ahora Madrid, una candidatura conjunta de partidos de izquierda (de la que forma parte Podemos).
Un colectivo cultural llamado Patio Maravillas, dentro del que se formó una parte destacada de los políticos de Podemos, reclamaba desde el año pasado el palacete para convertirlo en su sede.
Este grupo había ocupado ya ilegalmente dos edificios en Madrid que tuvieron gran visibilidad como faros culturales alternativos. Dentro de su política de facilitar espacios vacíos a asociaciones ciudadanas, el Ayuntamiento había prometido a Patio Maravillas cederle un edificio para sus actividades y éste había repetido varias veces que el palacio de Alberto Aguilera era el que mejor se adaptaba a sus necesidades.
Con la noticia de que será México quien reciba el edificio, comenzó una guerra entre las facciones de Ahora Madrid, revelando las tensiones dentro de un Ayuntamiento en el que conviven las sensibilidades más moderadas y otras rupturistas.
El sector más oficialista considera que la cesión a México sirve para cumplir un compromiso adquirido por ambos países hace 25 años, por el que cederían un espacio cultural en sus respectivas capitales, mismo que el gobierno mexicano materializó en 2002 cuando el Centro Cultural de España abrió en la capital federal.
Frente a esta postura diplomática, otra de las grandes facciones de Ahora Madrid, llamada Ganemos, ha criticado la cesión del palacio a “un Estado de presupuesto multimillonario” y no a un proyecto ciudadano como Patio Maravillas.
Este colectivo viene publicando desde hace meses mensajes de reproche en Twitter contra la Alcaldesa.
El palacete, por el momento, sigue cerrado, su portal de mármol está cubierto de hojas secas y clausurado con una verja metálica. Se espera que las obras comiencen a principios de 2017. Están presupuestados 350 mil euros dentro de las cuentas del Ayuntamiento. Como lo describió Inés Llinás, portavoz de Patio Maravillas, cuando aún pensaba que su colectivo recibiría la gestión del edificio: “Sólo hay que hacer alguna reforma menor porque está en buen estado”.
Hasta que se completen esos trabajos, sólo seguirá teniendo uso un 10% del espacio, el que corresponde a un ala independiente a la que se accede por una puerta lateral. Allí, se encuentran dos unidades del servicio de emergencias médicas de Madrid.
Este martes, tres de sus empleados comían en una sala de descanso. Ante la noticia de que ya se había firmado la transferencia a México, se mostraban sorprendidos. “Sí, nos han dicho que nos van a llevar a una nueva central junto a los bomberos, pero aún no sabemos fechas. Estas cosas de políticos son un lío”, comentaba uno.