IMPULSO/ Agencia SUN
San José, Costa Rica
El dirigente de izquierda mexicano, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, presidente de la Fundación para la Democracia Alternativa y Debate de México, urgió a frenar la represión política del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en contra de la oposición cívica nicaragüense, y pidió democracia para ese país centroamericano.
La declaración fue hecha por Cárdenas luego de entrevistarse este jueves en la Ciudad de México con el opositor nicaragüense Henry Ruiz Condega, de la Caravana Internacional de la Articulación de Movimientos Sociales de Nicaragua.
En su cuenta de Twitter, Cárdenas escribió que “conversamos” con Ruiz y que el opositor está “refugiado en Costa Rica por la persecución política en Nicaragua”.
“Urge frenar la represión, liberar a las y los presos políticos y garantizar una salida con justicia para lograr la democracia en Nicaragua”, agregó el dirigente izquierdista y ex candidato a la presidencia de México.
Consultado por EL UNIVERSAL, Ruiz dijo que Cárdenas “se comprometió a hacer un segundo pronunciamiento a favor del pueblo de Nicaragua” y a “hacer un enlace” con el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, como vía de comunicación sobre la situación política nicaragüense.
De manera reiterada desde que en abril pasado estalló la profunda crisis política, institucional y socioeconómica de Nicaragua, la oposición cívica nicaragüense abogó para que luego de que asuma la presidencia de México el próximo primero de diciembre, López Obrador evite apegarse a la doctrina Estrada como plataforma internacional.
Convertida desde 1930 en base de la política exterior mexicana, la doctrina se sustentó en los principios de no intervención en los asuntos internos de otros estados y en el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos.
Como secretario de Relaciones Exteriores de México, de 1927 a 1932, el diplomático mexicano Genaro Estrada (1887—1937) la diseñó para definir el accionar internacional de su país. Los opositores nicaragüenses alegaron repetidamente que esa doctrina está obsoleta.
Sin dar más detalles, Ruiz informó que Cárdenas aseguró en la cita que hará lo posible para “un enlace” con López Obrador. Marcelo Ebrard Casaubón, designado por López Obrador como secretario de Relaciones Exteriores de México, reconfirmó que el próximo gobierno se mantendrá fiel a la doctrina Estrada.
El conflicto estalló en Nicaragua el 18 de abril anterior con marchas antigubernamentales para exigir la democratización.
A partir de ese mes, Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, quedaron atrapados en la peor crisis en Nicaragua desde 1990, al surgir masivas protestas callejeras opositoras que primero repudiaron una reforma a la seguridad social, que el presidente debió derogar. Ortega es el jerarca del ex guerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que todavía de proclama izquierdista.
Los reclamos opositores luego exigieron democracia y libertad y denunciaron que el gobierno es una dictadura dinástica, en un panorama violento que dejó centenares de muertos en más de seis meses de denunciada represión oficialista.
La oposición acusó que Ortega desató una intensa represión policial y paramilitar contra civiles desarmados y provocó las muertes. De acuerdo con el mandatario, nunca hubo represión, tampoco hay presos políticos ni aceptará la exigencia de los opositores, a los que calificó “terroristas”, “delincuenciales” y “vandálicos”, de dimitir y anticipar los comicios de 2021 a 2019, porque sería permitir un golpe de Estado.
Los opositores precisaron esta semana que hay 558 presos políticos, con 512 hombres y 46 mujeres encarcelados a partir de abril por protestar en contra del gobierno.
Aunque el gobierno sólo reconoció 200 muertos en la crisis, organizaciones no estatales nicaragüenses e internacionales de defensa de los derechos humanos replicaron que el número real oscila 325 y más de 500.
El diferendo político continuó deteriorándose en los flancos socioeconómicos e institucionales y con la advertencia de sectores internos y externos de que tampoco existen perspectivas reales de solución negociada.