IMPULSO/Francisco Suárez Dávila
Artículo
Para muchos mexicanos y canadienses ilustrados y conocedores de nuestros países, la relación debe ser “estratégica” para ambos. Eso fue la racionalidad que entendieron muy bien el presidente Salinas y el Primer Ministro Mulroney, como base para darle al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, una dimensión trilateral. Pensaron que era útil tener en la mesa un contrapeso al enorme poder de EU.
Hay una larga tradición histórica. Inversionistas canadienses, durante el Porfiriato, descubrieron el potencial hidroeléctrico de la Presa de Necaxa y crearon el antecedente de la Cía. Mexicana de Luz y Fuerza. Se establecieron bancos canadienses, como el Bank of Montreal. ¡Nuestras relaciones diplomáticas tienen más de 70 años! Bajo el TLCAN florecieron las relaciones comerciales y de inversión. Somos el tercer socio comercial, recíprocamente después de EU y China. Hay importantes inversiones: casi la mitad en el sector minero, en el automotriz, en el energético, en infraestructura; Bimbo es la mayor panificadora de Canadá; Scotiabank, uno de los grandes bancos en México.
La relación durante el gobierno conservador del Primer Ministro Harper fue difícil, a pesar de su visita a México. La imposición de visas provocó gran malestar. Como Embajador, en pláticas con el entonces futuro Primer Ministro Trudeau, logré que se comprometiera a eliminarlas. Descubrimos grandes similitudes institucionales: con la Provincia de Alberta, que es “propietaria del subsuelo”, se realizó una importante cooperación regulatoria y de formación de cuadros con la Secretaría de Energía. Con Quebec -“los latinos del Norte”- existe gran afinidad cultural y educativa. En el sector agropecuario hay mucha complementariedad. Por diferencia de climas y estaciones exportamos muchos productos, como “frutas rojas (berries)” en el invierno. Hay amplio comercio de granos y carnes. Además, hay un programa social ejemplar, el de Empleo Temporal para Agricultores (más de 20,000 anuales), con plena protección social. Ya se ha demostrado que el contrapeso sirve. México y Canadá lograron que EU revisara su política proteccionista sobre nuestros “cárnicos”.
Hay que reconocer que la presencia de Trump ha complicado todo a “los vecinos del vecino”. Entre las 2 corrientes siempre existentes, la del “trilateralismo” perdió terreno inicialmente contra el bilateralismo, que resurgió favoreciendo un acuerdo sólo entre “güeritos”: “¿para qué queremos como factor “complicador” a México”, que Trump califica como “país de criminales”? Pero luego, cuando Videgaray pensó que ya tenía un acuerdo con Trump, vía su relación con el yerno, ninguneó a los canadienses. Algo parecido ha vuelto a ocurrir en la última ronda. Hay pues quejas de ambas partes. CFE amenazó a la gran empresa canadiense Transcan, que realiza un importante gasoducto de Tuxpan, con un arbitraje para modificar cláusulas contractuales, que podría tener serias consecuencias sobre la confianza de inversionistas. ¡Nuevamente hay riesgo de que nos reimpongan visas! Una relación de claros y oscuros.
A futuro, debemos reafirmar el carácter estratégico de la relación con Canadá. Como nuestro tercer socio comercial, Canadá puede ayudarnos a superar nuestra vulnerabilidad alimenticia y energética. Trudeau, como lo señaló “The Economist”, es quizás ahora el último líder “liberal” mundial, con una agenda progresista. Su padre, Primer Ministro, nos apoyó en la estrategia de Contadora para solucionar el conflicto de Nicaragua. Lo puede hacer ahora con un Plan Económico para el Triángulo del Norte. ¡Aunque él mismo está en dificultades por aceptar 70,000 asilados de Siria, que pone a su reelección en entredicho! Necesitamos aliados, como contrapeso a Trump. Canadá es uno que no podemos menospreciar.
@suarezdavila