IMPULSO/ Especial
: Cada pueblo tiene sonidos propios, que son códigos de comunicación, un lenguaje a veces milenario que el pueblo entiende, con el que se informa y se comunica. Foto INAH.
La campana es un instrumento poderoso, con un sonido potente que atrae o repele. A Francesc Llop i Bayo lo atrapó y ya tiene más de 50 años sumergido en su lenguaje, investigándolas tanto en Europa como en América. Hoy es el máximo experto de conservación de campanas en el mundo de habla hispana.
Además de antropólogo, él es campanero mayor de la Catedral de Valencia, en España. En 1995, la restauradora mexicana Jannen Contreras lo contactó vía internet para pedirle asesoría en temas de conservación de este tipo de patrimonio, porque en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) abrió el seminario taller que atiende tales instrumentos. Desde entonces, el experto ha participado en proyectos de conservación que se intensificaron con los sismos de 2017.
María del Carmen Castro, coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), calcula que 80 por ciento de los daños a monumentos históricos por los sismos corresponde a las torres campanarios.
Francesc Llop i Bayo fue conferencista en el Segundo Simposio Internacional: Estrategias de Intervención para el Patrimonio Cultural Afectado por los Sismos, organizado por la Secretaría de Cultura, el INAH y la Delegación de la Unión Europea en México, con la colaboración de la Embajada de Italia y del Instituto Italiano de Cultura en México; el experto abordó el tema Las campanas y los sismos.
En su ponencia explicó que la torre, la espadaña es el instrumento musical y no la campana, esta sólo es como la cuerda de la guitarra, pero la guitarra es la torre: una caja de resonancia que también ha dado referencia visual del lugar hacia donde se dirigían las antiguas carreteras; es decir que a una comunidad a la que se le han caído sus torres es una comunidad castrada, le han cortado la referencia, porque a lo lejos ya no se ve.
El antropólogo explicó que las comunidades tratan de hacer sus campanas de forma que el sonido llegue hasta otras para que sepan dónde está, y cada pueblo tiene sus propios sonidos, que son códigos de comunicación, un lenguaje a veces milenario que cada población entiende, con el que se informa y se comunica.
“Si pensáramos en algo equiparable a las campanas, podrían ser la radio y la televisión para las sociedades modernas, principalmente en comunidades lejanas y aisladas”, dice María del Carmen Castro, porque son las que comunican, proporcionan información horaria, pero también de los eventos sociales, una fiesta patronal, una defunción e, incluso, advierten de la presencia de gente foránea. Es un código que entiende un pueblo.
“Por eso si pensamos la torre sólo como un elemento arquitectónico, estamos mal, y si la pensamos solo como un elemento para tocar campanas, no hemos entendido nada. Tiene que visualizarse como un elemento sonoro, que también da razón a otros elementos arquitectónicos antiguos, como las bóvedas, pensadas para que la torre suene mejor”.Francesc Llop i Bayo / Especialista en campanas