¡No! feministas, así NO
Tú discriminas, yo discrimino. Tú violentas, yo violento. De verdad, ¿así funciona? La conseja popular es sabia: “la violencia, genera más violencia” y causar desastres, ser llamativo y hasta atentar contra la dignidad de una persona (solo por ser hombre) con tal de ser el foco de atención en la agenda pública, en realidad, ¿reivindica al feminismo? y ¿ayuda a la causa?
Tolerar que agreda a un amigo, a un compañero de trabajo, a un periodista, a un fotógrafo con el pretexto de que es hombre, pone en tela de juicio cualquier lucha por muy justa que parezca.
En este sistema patriarcal y machista que tanto cuestionamos y queremos que desaparezca, también hay hombres buenos que salen a trabajar para llevar el sustento honradamente a su familia. Conozco en verdad hombres de carácter que dominan sus pasiones, controlan sus emociones y golpean la pared antes que tocar o dañar a una mujer. Sí, existen por raro que parezca o por extintos que se crean.
Aceptar la radicalización de una causa y que se pisotee a alguien solo por pertenecer al género masculino, echa por la borda toda la lucha por la “equidad de género”. Repruebo toda forma de agresión, más aún cuando se trata de alguien que ejerce la libertad de expresión y trabaja para los medios como ocurrió, lamentablemente, ayer con Julio Zúñiga y como puede ocurrirle a cualquier otro, que se le dañe y agreda solo por ser hombre.
Creo en el empoderamiento de la mujer; repudio y me duele toda clase de violencia -por mínima que sea- que se cometa contra una de las nuestras. Exijo y demando cero tolerancia al feminicidio, a las violaciones, a la pederastia, a la trata de blancas y a la inseguridad que flagela a nuestro México. Reclamo por tantos crímenes que quedan impunes y lucho, desde mi trinchera, para que los valores de libertad, igualdad, justicia, tolerancia y respeto resuenen con firmeza en mis hijos, así como en los niños y jóvenes que tengo la oportunidad de guiarles por el camino del deber ser.
Como muchas mujeres, en los anhelos más fervientes de mi corazón quiero que mi hija, mi hermana, mi madre, mis sobrinas, mis cuñadas, mis amigas y mis alumnas salgan a la calle sin miedo. Que la miseria humana no las convierta en una estadística más. Y que, nadie, de verdad nadie haga infeliz su vida; que sus metas y sueños se cumplan. Que sean valoradas, respetadas y amadas, no sólo por ser mujeres, sino por tener la dignidad de ser persona.
Las injusticias se denuncian y me indigna todo abuso y violencia contra las niñas y mujeres; como también contra los niños, jóvenes y ancianos o contra un periodista como pasó con el infame asesinato de Enrique García. No es una lucha contra los hombres por el hecho de serlo. Se trata de frenar la violencia que cada vez es más feroz y escalofriante en este país.
Sí, debemos erradicar el machismo histórico y exacerbado en este México y lograr que nuestros propios hogares no sean “fábricas de machos”, que no haya un trato diferenciado a la niña y privilegios al niño, que las tareas se repartan equitativamente y quitar prejuicios o tabúes que dejen a alguno en desventaja. Pero de ninguna manera podemos aceptar que se agreda y atente contra la vida de otro, porque… entonces… ¿qué clase de humanismo practicamos?