IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Grupo Financiero Banorte recortó de 2.3% a 1.1% su pronóstico de crecimiento de la economía mexicana para el siguiente año, ante la “gran incertidumbre” sobre lo que puede hacer una administración Trump en Estados Unidos
Si se cumple lo previsto por Banorte, va a significar el menor crecimiento del Producto Interno Bruto desde la crisis de 2009, cuando entonces se registró una caída de 4.7%.
El gobierno de Trump puede no ser tan radical como se desprende de las propuestas hechas en campaña, comentó Alejandro Cervantes, economista senior de la institución.
Estimó que el primer canal de contagio será vía un deterioro de expectativas tanto de consumidores como de empresarios, ante la incertidumbre de las medidas que se van a adoptar.
Cervantes anticipó que la inflación va a resentir un mayor traspaso de la depreciación cambiaria y se puede ubicar entre 4% y 5% anual el siguiente año, por arriba del rango objetivo del Banco de México (Banxico).
Pronosticó que Banxico va a subir 150 puntos base la tasa de interés referencial antes de terminar este año, la cual se sitúa hoy en 4.75%.
A pesar del cambio de escenario, Cervantes consideró que el gobierno puede cumplir con el objetivo de generar un superávit primario en 2017, así como frenar la tendencia creciente de la deuda.
Banorte modificó el pronóstico para el precio del dólar al mayoreo para el cierre de 2016 y 2017. Para este año cambió de 18.50 a 21.50 pesos y para el siguiente año de 19.80 a 23.50 unidades.
El peso mexicano está reflejando una nueva realidad política en Estados Unidos, expresó Juan Carlos Alderete, estratega de Banorte.
Expuso que la dinámica del mercado cambiario va a observar mayor sensibilidad a cuestiones geopolíticas a futuro, inmersa en un escenario complejo que puede comprometer los fundamentales del país ante condiciones difíciles.
Banorte bajó de 2% a 1.5% la proyección de crecimiento económico en Estados Unidos para el próximo año.
De acuerdo con Juan Carlos García, analista de Banorte, se puede dar un recorte de impuestos que lleve a una aceleración del gasto, tanto de las familias como de las empresas, aunque el efecto se va a empezar a ver a finales del siguiente año, pues requiere aprobación del Congreso.