IMPULSO/ Redacción
Asesinato y corrupción/ Reportaje
“Esa torre es utilizada desde hace varios años por el autogobierno del Penal de Santiaguito como un auténtico centro de sacrificios, a donde suben a la fuerza a aquellos internos que no le son cómodos al ‘jefe’, a ‘El Trompo’”.
“Quienes no pagan a tiempo las cuotas de seguridad, quienes se niegan a obedecer a ‘El Trompo’ en cosas como la faena, o quienes intentan asumir el control de alguna área, ésos son los que amanecen muertos debajo de la torre maldita”, aseguró un preso que aceptó ser identificado como “Israel”.
La realidad es que el autogobierno que encabeza “El Trompo” no podría operar sin la complicidad de alguna autoridad carcelaria. Tal fue el caso de un jefe de custodios al que todos recuerdan como “El Gato” (tenía los ojos verdes).
“’El Gato’ era el que le traía todo a ‘El Trompo’, él se encargaba de que tuviera cosas buenas para comer, que nunca le faltara la televisión, el teléfono celular, incluso tenía computadora e internet en su celda”, recuerda “Israel”.
Y aunque “El Gato” ya no labora en Almoloya de Juárez porque fue sometido a proceso sancionador y luego fue reubicado en otra penitenciaría estatal de Nezahualcóyotl, la verdad es que “El Trompo” siempre encuentra a alguien que le “opere” para mantener el control de esa cárcel.
El poder de “El Trompo” es tal que ha sido capaz de dotar de armas de fuego a algunos internos que, en su momento, intentaron escapar de la prisión.
“El Trompo” es también quien “administra” los servicios médicos al interior de la cárcel de Santiaguito. Él decide a quién sí y a quién no se le suministran medicamentos cuando enfrentan algún padecimiento los internos, por supuesto, a los precios que él establece para las medicinas que se venden al interior de la cárcel, las cuales van desde simples aspirinas hasta pastillas para dormir, tranquilizantes y tratamientos más sofisticados para enfermedades mentales.
Incluso existen versiones entre los presos de que, con la intervención de “El Trompo”, se han llevado a cabo cirugías estéticas en el área femenil, las cuales van desde estiramientos faciales hasta colocación de implantes de silicón para aumentar el volumen de los senos de aquellas que sí tienen para pagar.
El autogobierno de Almoloya de Juárez interviene hasta en las decisiones judiciales, decide a quiénes se reubica en penales federales cuando tienen que cumplir alguna condena de ese nivel, pero también actúa, vía su ‘staff’ de abogados, para revertir órdenes judiciales que intentan llevarlo a él o a sus amigos a otras penitenciarías, como ha ocurrido en más de 50 casos de presos que fueron trasladados a cárceles de Sinaloa o Nayarit en procesos por delitos contra la salud.
El abogado José “N”, quien desde hace más de 20 años atiende la defensa de varios de los internos de este penal ubicado en Almoloya de Juárez, quien pidió la secrecía de su nombre porque, asegura, “es posible una venganza”, explicó que la poca destreza jurídica de la administración carcelaria se ha convertido en un factor para que se desarrollen complicados y largos procesos judiciales en los que siempre ganan los presos.
“La falta de pericia judicial hace que la dirección del Penal de Santiaguito decida un traslado sin fundamento a otro penal, arguyendo únicamente razones como saturación de espacios, peligrosidad de los internos, incluso la presencia de plagas en la cárcel; se los llevan a donde quieren sin ni siquiera notificar al propio preso, por lo que, vía amparo, tarde o temprano regresarán a los presos al penal, pero, mientras, ya provocaron gastos millonarios de tipo legal tanto al Gobierno del Estado de México como a los propios familiares de los internos, situación que complica gravemente la situación legal e incluso la estabilidad emocional de los internos”, precisó el jurista.
Hoy, la penitenciaría estatal de Almoloya de Juárez es un claro ejemplo de la precaria situación que enfrenta el sistema carcelario nacional, particularmente el del Estado de México. Se trata de una cárcel que fue creada en la época de los setenta para albergar un máximo de mil internos, pero actualmente hay más de dos mil 500 personas entre hombres, mujeres y niños, estos últimos, nacidos de madres que cumplen condenas.
Para vigilar a más de dos mil 500 internos en el Penal de Santiaguito, hay alrededor de 60 custodios por turno, lo que equivale a que cada custodio cuida al mismo tiempo a 41 reclusos, lo que resulta humanamente imposible.
“Por eso ocurren tantas cosas todos los días en el Penal de Santiaguito porque no hay vigilancia carcelaria real, son muy pocos y además muchos de esos custodios son parte de la corrupción”,
JOSÉ “N”,
Abogado.