Diciembre 22, 2024
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Aumento de conflictos por Covid: riesgos y oportunidades

Mauricio Meschoulam

¿Causará el Covid un incremento en la conflictividad en el mundo? ¿Cuáles son los países que podrían recuperarse más rápidamente? ¿Esa conflictividad podría generar una reconfiguración del “orden” mundial? ¿Hay acaso alguna ranura para el optimismo? Preguntas como esas están guiando proyecciones y análisis en estos días. Algunas ideas:

Primero, la conflictividad en el mundo va a aumentar. Un análisis de ForeignPolicy basado en modelos de predicción que han sido actualizados con datos recabados durante la pandemia, indica que los riesgos de violencia interna para muchos países —México incluido— se han incrementado considerablemente.

Segundo, visto desde otro ángulo, la capacidad de una sociedad para responder y recuperarse ante crisis como las que estamos viviendo está altamente relacionada con sus niveles de paz. Es decir, bajo una concepción integral como la sostiene el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), no basta entender lo que produce la violencia, sino que es necesario evaluar los factores que crean y sostienen la paz. Al vincular indicadores que miden la paz negativa (ausencia de violencia y miedo a la violencia), con indicadores de paz positiva (actitudes, instituciones y estructuras que crean y sostienen la paz), el IEP ha encontrado que aquellos países que se desempeñan mejor en dichos indicadores de paz, son los países que más fácilmente se recuperan de fenómenos naturales o crisis globales como la que el Covid ha generado.

Tercero, el mayor problema, sin embargo, tiene que ver no solo con la cantidad de países que podrían experimentar conflicto, sino con el hecho de que la brecha entre los países más y los menos pacíficos del mundo ha seguido aumentando durante la última década —brecha que el Covid va a acentuar— toda vez que esa circunstancia parece desconectar a las conciencias dentro del sistema. Si no hay atentados terroristas en París, Londres o Barcelona, concluimos que el terrorismo ya no es un problema mayor. Si sentimos que los conflictos armados se encuentran lejos o que los refugiados que producen no saturan las calles de Europa, entonces consideramos que se trata de eventos distantes, ajenos, que no merecen cobertura o espacio en nuestras cabezas. Hasta que un día nos damos cuenta de que no nos encontramos en las márgenes, sino en el centro de la conflictividad. México es uno de los países pintados de rojo en los mapas del análisis de ForeignPolicy y es uno de los 26 menos pacíficos de 163 medidos por el IEP.

Entonces se presenta este fenómeno de doble cara a causa de la brecha: en otros países del mundo que no están coloreados de rojo en los mapas, no se concientiza lo que ocurre en los que sí lo estamos. Pero a la vez, en países como el nuestro, estamos casi completamente concentrados y saturados por lo que acá sucede y, por tanto, tenemos poco tiempo y ganas de mirar el panorama mundial. No obstante, también pasa que eso podría estar cambiando. Justo ahora.

A pesar de tantas señales para el desánimo, hay activistas y analistas que están encontrando una ventana de oportunidad ante esta crisis sistémica: una especie de despertar cognitivo. Estamos experimentando en carne propia el entendimiento de que lo que afecta a ciertos sitios termina repercutiendo, rápida e intensamente, en otros. Por ejemplo, también se ha estado documentando el sustancial incremento de los esfuerzos de solidaridad global que proceden de nuestras sociedades civiles.

Así que hay muchas razones para estar preocupados, pero también las hay para estar ocupados en que esas ventanas de oportunidad logren mayores alcances.