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Auge, colapso e influencia teotihuacana

IMPULSO/ INAH/XCDMC
Ciudad de México

Con el objetivo de restaurar gran parte del legado de los murales en la zona de Teotihuacán, se realizan diversas acciones de preservación. De acuerdo al estudio de murales teotihuacanos realizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se ha avanzado en el registro de las piezas y su digitalización. Además, estas investigaciones incentivan los análisis sobre el auge, colapso e influencia que ejercieron los teotihuacanos en culturas posteriores.

El registro completo de los murales existentes en la ciudad antigua de Teotihuacán cuenta con vestigios de pintura in situ, el cual es observado y sometido a una restauración preventiva con técnicas de fotografía digital y programas de reintegración en 3D por parte de un equipo de investigadores del INAH.

El proyecto, encabezado por la restauradora Gloria Torres Rodríguez, se denomina Conservación de Pintura Mural In Situ y Acervos, Zona Arqueológica de Teotihuacán, el cual inició en 2010 e incluye no sólo los complejos con murales de los templos, sino fragmentos extraídos en excavaciones y obras que se realizaron desde la década de los setentas.

De los poco más de 14 mil fragmentos, cuatro mil 300 ya han sido digitalizados y 600 vestigios arquitectónicos con pintura in situ fueron identificados, los cuales datan desde las primeras etapas de la urbe como Tlamimilolpa (200 a 400 d. C.) hasta la época del esplendor entre 400 y 500 d. C. y su gradual abandono posterior al año 700.

Aunado al objetivo de culminar el año con la exploración total de la zona, la cual ronda los dos mil registros, también se realizan acciones para conservación, así como toma de fotografías. Además, se estudia la influencia de Teotihuacán en años posteriores, tal como se aprecia en algunos símbolos que coinciden con “Primeros memoriales” de Fray Bernardo de Sahagún, donde se describen algunas ceremonias practicadas incluso 900 años después por los otomíes de Tepeapulco en sus ceremonias de fertilidad.

Los especialistas involucrados en el proyecto pretenden reunir distintos enfoques multidisciplinarios como etnohistoria, arqueología y la epigrafía, en colaboración con investigadores tanto del INAH como de la UNAM y la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Sobre el componente tecnológico del proyecto, Jorge Archer comentó que éste se integra, en primer lugar, con RTI (acrónimo de Reflectance Transformation Imaging), que consiste en fotografiar un objeto desde distintos ángulos de luz hasta formar una secuencia y, por medio de algoritmos matemáticos, enfatizar en computadora los detalles poco observables a simple vista.

La segunda técnica, usada comúnmente para el estudio de arte rupestre, se vale del software libre DStretch —complemento del programa J-image— para modificar las variables cromáticas de una fotografía y crear efectos de relieve y saturación en colores o detalles iconográficos.

Aplicadas ya en el Tláloc Rojo de Tepantitla o sobre murales con afectaciones en su color como los del Conjunto Jaguares, las anteriores técnicas dan paso a la fotogrametría, que usa las mismas secuencias fotográficas para generar modelos tridimensionales de cada obra, según informó el INAH en un comunicado.

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