IMPULSO/gencia SUN
San Luis Potosí
Déjà vu maldito para Diego Armando Maradona y sus Dorados. Noche dolorosa para los sinaloenses que, al saberse tan cerca del título, sucumbieron de la misma manera ante un Atlético de San Luis que tuvo que ser superior al efecto “maradoniano”, para proclamarse como el nuevo integrante de la Liga MX.
Mismas condiciones a las del torneo pasado. El San Luis se coronó en el estadio Alfonso Lastras tras un choque de taquicardia que se extendió hasta los tiempos extra, sólo que ahora el héroe fue el central Unaí Bilbao, con un tanto después de 13 minutos de los 90 reglamentarios. Caprichos del futbol y del destino, que un español impulsara a una institución que fue adquirida por el Atlético de Madrid de España.
El crédito también se lo llevó Alfonso Sosa, a quien la afición no dejó de ovacionar por su impecable labor tras ganar el Apertura 2018 y ascender con etiqueta de invicto en el Clausura 2019, récord que ostentó en su momento Gustavo Matosas con el León, quien se llevó sólo una derrota hasta el duelo contra Correcaminos, en la final por el ascenso.
Después de la polémica ida que entregó un empate 1-1 en Culiacán, los potosinos se encomendaron en la localía, en un inmueble rojiblanco que se hizo pesar con reclamos en cada decisión arbitral de Edgar Rangel, con cánticos y reiterados insultos dirigidos contra una persona en especial, sobre Diego Armando Maradona.
En el primer tiempo, ambas escuadras procuraron ser más tácticos, con pocos y deslucidos tiros a portería, en especial de la localía, que probó al meta Gaspar Servio con descolgadas de Jesús Chávez y Fernando Madrigal, mientras que Ian González y Nicolás Ibáñez no se cansaron de fallar con el arco de frente. Para la segunda mitad, los dirigidos por Alfonso Sosa respondieron a la presión de finiquitar lo antes posible la serie y, por ende, el boleto a Primera División.
La recompensa a la constancia y la justicia de los goles, para un global de 2-1, le dieron al Atlético de San Luis el tan ansiado retorno a Primera División, aunque ya no con los colores de azul y oro, sino de rojo y blanco, para escribir una nueva historia.
