IMPULSO/ Artículo
Mauricio Meschoulam
El terrorismo no es acerca de qué tanto daño material se ocasiona, sino acerca de qué tanto consigue impactar psicológica y políticamente a un actor, a un país o a una sociedad. Así, justo cuando Trump lleva semanas construyendo la narrativa del “ISIS derrotado” como justificación para retirar a sus tropas de Siria, llega un atentado, un ataque suicida directamente contra militares de EU (y otros aliados de Washington) que podría cambiar todos sus planes. Cuatro estadounidenses murieron en el atentado, además de una decena de lamentables víctimas civiles. Este caso nos lleva a preguntarnos qué significa realmente “derrotar” a una organización terrorista.
En efecto, ISIS llegó a controlar una tercera parte de Irak y la mitad de Siria, lo que le garantizaba redes de abasto de recursos y combatientes. Por encima de todo, ese amplio territorio permitió a ISIS la construcción del relato del “Estado Islámico”. Así que, cuando ISIS es atacada y todo ese territorio le es arrebatado, no sólo se le golpea física sino también simbólicamente. La pérdida territorial no es, por tanto, una pérdida menor.
Dicho lo anterior, sin embargo, es importante dimensionar qué es lo que ISIS sí consiguió entre 2013 -cuando evoluciona de aquello que conocíamos como Al Qaeda en Irak, hacia lo que se empezó a conocer como “Estado Islámico de Irak y Siria”- y 2016, cuando empieza su declive. Es decir, ISIS hoy cuenta con filiales y células en decenas de países, además de 20 a 30 mil combatientes en su centro de operaciones y un cuerpo digital para propagar ideas, para reclutar e incluso operar ataques en todo el mundo. Además, ISIS conserva un gran sentido de la comunicación, una enorme capacidad para influir en la agenda política y mover decisiones. En cuanto al atentado referido, podemos detectar al menos estos objetivos: (a) ISIS consigue contrarrestar la narrativa de su “derrota” y transmite el mensaje de que sigue viva y resistirá como ha resistido a lo largo de las últimas décadas (si bien ha ido mutando en el camino). Con ello, la agrupación sostiene un poder de atracción para sus seguidores; y (b) El atentado también permite a ISIS incidir en la discusión política en Washington. Hoy, gracias al ataque, muchos actores intentarán convencer a Trump acerca de la urgencia de mantener sus tropas en Siria pues un repliegue sería prematuro.
Se podría argumentar que no conviene a ISIS que EU permanezca estacionado en Siria. Pero esa es justo la trampa. El conservar 2,000 tropas ahí, está lejos de garantizar el final de un ISIS que ya no lucha frontalmente, sino que se encuentra mezclado entre la población u oculto. En cambio, ofrece a la agrupación jihadista oportunidades para cometer más ataques suicidas y herir o matar a tropas estadounidenses, alimentando con ello su mensaje de resistencia y relevancia. Basta con revisar la actuación de la misma Al Qaeda en Irak del 2004 al 2011 contra las tropas de EU.
En suma, el caso revisado nos obliga a pensar no sólo acerca de si ISIS es una agrupación “derrotada”, sino a reevaluar lo que significa derrotar a una organización terrorista, mucho más cuando se trata de la más amplia y compleja red de su tipo de toda la historia. Entender que su campo de lucha no está en el territorio material, sino en el inmaterial, resulta fundamental para revalorar cuáles deben ser las estrategias más efectivas para combatirle. En este espacio hemos compartido algunas de las claves más importantes procedentes de la investigación. Pero la realidad es que seguimos teniendo mucho que aprender al respecto.
Twitter: @maurimm