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Así fueron los últimos días de la mamá de Luis Miguel

IMPULSO/ Edición Web
Argentina
Este es el recuento de los últimos días de la vida de Marcella Basteri, madre de Luis Miguel, antes de que se perdiera su rastro.
Apenas la ve entrar por la puerta del camerino del legendario Luna Park, en Argentina, y salta de su asiento. Su traje color beige lo hace ver mucho más adulto, pero basta con ver como su madre entra por la puerta, entre camarógrafos y asistentes, para que el niño recupere toda la inocencia. “Es mamá. Ahí está mamá”, balbucea. Ella, vestida de blanco y con los ojos ya llenos de lágrimas, corre hacia él y cubre su cuello con los dos brazos. Lo aprieta. Es su hijo y no lo va a soltar. Lo besa. Le pega sus lágrimas a la mejilla. Él, sonríe de nuevo, nervioso. Todos aplauden a su alrededor y la escena queda en la cámara.
Segundos después, el reportero se acerca y termina con el vals: “Señora, ¿es difícil ser la madre de Luis Miguel?”. “No, para mí no”, responde Marcella y vuelve a abrazar a su hijo que ahora cambia la sonrisa por esa actitud propia de adulto que le sirvió como recurso tantos años y que tan buenos resultados le está dando entre los bonaerenses.
El calendario dice que es el 16 de marzo de 1985 y Marcella llevaba cerca de cuatro meses sin ver a su hijo, desde noviembre de 1984, cuando terminó de filmar su segunda película Fiebre de amor. Una larga promoción de cuatro semanas por Chile y Argentina, la grabación de un disco en italiano (Collezione Privata), y el arranque de su gira ‘Palabra de honor’ habían comenzado la separación, pero fue febrero de 1985 (el mes más importante de su carrera, hasta entonces), el mes que puso la verdadera distancia y el primero en escuchar la pregunta: ¿Dónde está la mamá de Luis Miguel?.
No estaba el 15 de febrero de 1985, cuando dominó al público de Viña del Mar con una peculiar versión de “Let it Be”, puesta en escena junto a la cantante de Jazz Connie Field y su esposo el director de orquesta y legendario jazzista Horacio Icasto, con la que se llevó a casa la Antorcha de plata.
Pero cuando más se le esperaba, el 26 de febrero de 1985, tampoco se le vio. Era el día en que su hijo levantaría, en el Shrine Auditorium (Los Angeles) su primer Grammy al ganar en la categoría Mejor interpretación mexicano-americana (al lado de Sheena Easton) gracias a “Me gustas tal como eres”, una canción del compositor (y años después, su mentor) Juan Carlos Calderón con la que se firmó la sentencia de internacionalización del niño Gallego Basteri.
¿Es difícil ser la mamá de Luis Miguel?”… La pregunta nos regresa al Luna Park, Luis Miguel sube a su madre al escenario, la sienta y, abrazándola, le canta los versos que su padre le había compuesto muchos años atrás: “Tus palabras son caricias a mi corazón, Marcela. Mi nublado cielo lo alumbraste con tu sol, Marcela”. Es la última vez que se abrazaran así, ante miles. Es la última vez que le cantará a “Marcella”.
NADA VALE NADA SI NO ESTÁS, MARCELLA…
Cuenta Adua Basteri que ese día por la mañana no hacía tanto frío, pero que todos disimulaban tenerlo para al menos tener un tema de conversación mientras llegaban al Aeropuerto Internacional Galilei de Pisa. El trayecto de 50 minutos desde Carrara se estaba volviendo eterno con Sergio llorando en el asiento de atrás y Marcella nerviosa, sujetando con ambos brazos la maleta que llevaba, como si en ello se le fuera la vida.
Adua asegura en sus distintos relatos y entrevistas, que aquel 18 de agosto de 1986, tenía un presentimiento de no dejar ir a su sobrina a España, pero era tanta la determinación de Marcella que poco pudo hacer. “Ella nos decía que Luis Rey le pedía firmar unos papeles sobre propiedades y permisos y nunca más la volvimos a ver”, declaró hace un par de años la hermana de Sergio, el abuelo militar de Luis Miguel.
Marcella llevaba, junto con su hijo Sergio, de dos años, cerca de siete meses viviendo en la región de Toscana antes de viajar a España donde vivían Luis Rey y sus otros dos hijos, ligados a la carrera de Luis Miguel. Durante ese periodo, y de acuerdo a sus familiares, ella buscó recuperarse del fracaso que significó no poder impedir que Luis Miguel se profesionalizara como cantante.
Lo que comenzó en 1982 como un juego con el disco Un Sol y que continúo en el mismo año con Directo al corazón (en el que aparece la canción “Marcella”), terminó por salirse de su control en 1983 con la grabación en España del disco Decídete, en el que la apuesta económica por Luis Miguel ya era grande y anunciaba lo que vendría a poner el clavo a la familia Gallego-Basteri.
A partir de ahí, los meses de Luis Miguel y Luisito Rey por Europa, con giras por Italia, España, Dinamarca, Holanda y Alemania, así como sus paradas por Chile (que incluyeron otro éxito en Viña del Mar 1986) y Argentina, empujaron a la decisión final de Marcella de dejar a sus dos hijos y regresar a su país natal hasta aquel 18 de agosto, donde voló a España y su nombre dejó de pronunciarse hasta que teorías tan inverosímiles como contradictorias (que van desde su asesinato en una fiesta de narcos en Chihuahua hasta su aparición en un manicomio en Italia, pasando por señalamientos de prostitución o una vida tranquila en Canarias) buscaron darle respuesta al enigma de El Sol.
Hoy, ante la producción de una seria autorizada de su vida y ante las confesiones que Luis Miguel realiza para ello a Mark Burnett, presidente de Televisión y Contenido Digital para MGM, la pregunta: ¿Dónde está la madre de Luis Miguel? tiene una oportunidad para acabar, con una sola respuesta, con teorías, tías, músicos, periodistas y amigos que han olvidado que, como Marcella respondió: “No, no es difícil ser la madre de Luis Miguel”. Fuente: Quién

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