IMPULSO/Juan O’Gorman M.
Lógica o política ficción
Si y sólo si este país en vez de Presidente tiene un director general, entonces, el secretario de Hacienda es el director financiero, el secretario de Gobernación el contralor del changarro y los demás secretarios los directores de las distintas áreas del negocio. Todos con la meta de obtener las mayores utilidades del área que les ha sido encargada, ya sea la del negocio inmobiliario (o desarrollo territorial y urbano), la de atención a clientes (o desarrollo social), la de nuevos negocios (o energética), la de viejos negocios (o comunicaciones y transportes), la de educación, agricultura, salud, etcétera.
Y eso no es lo que espanta. Lo que asusta hasta el tuétano es que, si eso es así ¿a quién le rinde cuentas el director general? En esa conjetura, tiene que haber un consejo de administración que tome las decisiones de fondo y reparta las utilidades. Pero, ¿quiénes forman el grupo? ¿Acaso el presidente del consejo acaba de cumplir 70 años? ¿Les habrán tocado bonos a los directores?
Cómo se vea, hay paralelismos con el mundo corporativo innegables. Si fui director general del país, ¿qué me queda?, ¿cómo prolongó mi control y poder? Obvio: subiendo a presidente del consejo. ¿Y si no existe el consejo?, pues lo creo, lo formo.
Otro: como consejo no quiero que el director general y el contralor se lleven bien, por el contrario, quiero que estén encontrados para que el reporte sea transparente, entonces uno de Atlacomulco y otro de Hidalgo, ¿sale?
Ahora, la pregunta de fondo: ¿quién carajos escogió al consejo de administración? ¿Quién los puso ahí? Si la hipótesis fuera cierta, entonces tenemos una falla real, una herida descarnada en nuestra joven democracia.
Respecto las elecciones. En este momento el consejo ya votó y designó al candidato para director general, ahora sólo falta que la asamblea de accionistas convocada para el 1 de julio tome su decisión. Lo cual nos lleva a más preguntas.
Si el consejo de administración se da cuenta que su propuesta de director general no va a ser aprobada, y los accionistas vamos a escoger a otro candidato, ¿qué hará? ¿Acaso tratará de acercarse al candidato más favorable y hacer todo lo posible para que gane? De lo perdido lo encontrado.
O peor ¿y si el consejo ya pactó con el candidato puntero y escogió a un candidato débil para abrirle la cancha al primero? No vaya a ser que después del cambio nos acordemos que en política a veces se necesita cambiar todo para que todo siga igual.