IMPULSO/ Alberto Aziz Nassif
Después de la tragedia
Los días pasan y poco a poco se disipa la polvareda que dejó la tragedia de los sismos del siete y 19 de septiembre. Las imágenes muestran la enorme destrucción y ya se anuncian planes de reconstrucción. Todavía no terminan de sacar los cuerpos de las personas que murieron y ya se escuchan los debates gritones entre los partidos políticos y los legisladores.
El debate sobre el dinero público que los partidos se han asignado de forma abusiva es un tema polémico. Es el único gasto que está constitucionalizado (Artículo 41) y se ha vuelto un pretexto para la demagogia y la simulación. Se trata de quedar bien, si es que eso es posible. Pero, qué mal gusto, mientras la tragedia se extiende, los políticos ya calculan cómo van a quedar para la siguiente competencia. Si antes la guerra sucia era para desacreditar al contrario (o eras de la mafia del poder o eras un peligro para México), ahora se añade la oferta de dar (ceder) dinero, son los nuevos generosos con sombrero ajeno (dinero de nuestros impuestos), piensan que se van a legitimar.
Después de la tragedia, al Gobierno le urge normalizar la siguiente fase y dejar todo encarrilado para seguir con los suyo. Arriba en la pirámide del poder parece que rápido se ponen de acuerdo con las grandes cifras: la reconstrucción costará 37 mil millones de pesos (mdp), según Peña Nieto (EL UNIVERSAL, 28/IX/2017); se dice que en Chiapas y Oaxaca hay 120 mil viviendas dañadas y 7 mil comercios, por lo cual se destinarán ocho mil mdp además de los 7 mil que ya se habían canalizado; otros 10 mil mdp para Puebla, Guerrero, Morelos y estado de México en vivienda; ocho mil mdp en infraestructura del patrimonio cultural y 13 mil mdp para infraestructura educativa (https://www.gob.mx/presidencia).
Las cifras pueden variar mucho, pero éstas son las primeras aproximaciones que se dan. Además, se menciona que habrá fondos privados, pero no se sabe cómo serán administrados. Muchas voces hablan de la enorme desconfianza en el manejo gubernamental de los recursos. El sector empresarial difícilmente pondrá su dinero sin garantías de control en el destino de sus aportaciones. Bancos y empresas se ofrecen como canales para recaudar dinero que puede ser duplicado o quintuplicado como ofertó Carlos Slim. En este escenario también entran las propuestas de los partidos sobre el financiamiento público. En lugar de debatir el modelo de financiamiento electoral se lucra con la tragedia mediante una guerrita infantil de ofertas y porcentajes.
Pero hay otros escenarios y voces que vienen de la sociedad civil y de las redes sociales. Estas miradas independientes presentan otra visión del tiempo, se sabe por experiencia que la reconstrucción llevará varios años y que a este gobierno apenas le tocará el inicio del proceso. Un eje común en este otro escenario es la desconfianza para que el gobierno y algunos empresarios cercanos se hagan cargo del manejo de los fondos de reconstrucción. El país está harto de la corrupción en la obra pública y, como dice un clásico, “estamos hasta la madre” de la corrupta asociación entre gobierno y empresas constructoras que se enriquecen con los recursos públicos. Una interrogante de este escenario se refiere a las posibilidades de cambio que se puede generar después de esta tragedia. ¿Habrá un sismo político? Sería terrible regresar a la vieja normalidad de las inercias. Si el gobierno logra normalizar la reconstrucción como un simple programa de obras, se perderá la energía social que ha surgido después de los sismos.
Hay al menos tres ámbitos que necesitan modificarse para no regresar a las inercias: primero, salir de la partidocracia que abusa del dinero público y ha capturado las instituciones supuestamente autónomas. Urge un modelo austero, con debates en lugar de spots. Basta de los millones de pesos para alimentar clientelas y de los millones de spots que no sirven de nada. Segundo, todos los fondos de reconstrucción necesitan ser transparentes y tener contraloría social. Tercero, hay que detener la alianza de impunidad entre constructores voraces y autoridades corruptas. En suma, no a la partidocracia, no a la corrupción y no a la impunidad… @AzizNassif