IMPULSO/ Jesús Zambrano Grijalva
Trump, gasolinazo, protestas: coctel explosivo
Con la reciente llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, con su discurso proteccionista y de desprecio hacia el mundo entero, queda claro que la peor parte le tocará a nuestro país.
La amenaza ya llegó y empezó a actuar, allí está el inicio del muro como ejemplo. La mediocridad y ausencia de firmeza y valor del Gobierno de Peña llevó a que no tomáramos a tiempo medidas para enfrentar la nueva situación. Qué bien que ya se reaccionó, qué mal que se haya hecho hasta ahora cuando los bárbaros llegaron.
Los efectos negativos en México serán enormes, incuantificables, y pueden ser iguales o peores que los provocados por el “gasolinazo”, subrayando la profunda crisis de fin de régimen por la que atraviesa el país.
Las decisiones erróneas de EPN con su dogmatismo neoliberal, la entrega del interés nacional y la riqueza energética a manos privadas (organizadas en corporaciones trasnacionales), así como su equivocada política hacia EE.UU., nos han colocado en un escenario donde peligran la estabilidad social y política.
El “gasolinazo”, efecto directo de una reforma energética fallida, entreguista y privatizadora, ha provocado las incesantes protestas sociales y el aislamiento político del gobierno, todo lo cual se acentuará si se hace efectiva la amenaza de un nuevo “gasolinazo”.
La insensibilidad neoliberal y el desconocimiento de la historia por parte del actual grupo gobernante fue sembrando el terreno para que emergieran el descontento y la ira social, como suele suceder en sociedades cuyos regímenes han entrado en descomposición.
En tales circunstancias, quienes gobiernan actúan convencidos de que hacen lo correcto y que la gente piensa igual que ellos, a pesar de que esas decisiones les afectan. Y eso lo único que provoca es el ahondamiento de su propia crisis.
No se dan cuenta de que las sociedades tienen un límite, como lo tienen las falsas promesas y las malas decisiones. Así ha sucedido en otros momentos de nuestra historia. Así se han abierto paso los cambios del México contemporáneo cuando se presentaron masivas movilizaciones y actuaron organizaciones guerrilleras hace apenas 40 años; y hace 20 cuando se dio el levantamiento indígena chiapaneco.
En esos tiempos, algunas de las mentes más visionarias del régimen priísta entendieron las exigencias del “México Bronco” y se abrieron a decisiones reformadoras para dar cauce a la nueva realidad, con lo que lograron estabilizar al país. Ahora nuestros “jóvenes gobernantes” piensan que eso fue cosa del pasado y que no se repetirá esa especie de “ciclos políticos” porque creen que el pueblo no tiene memoria, e ignoran sus comportamientos históricos.
Pero la realidad nos grita que ya llegamos a un límite: El bárbaro Trump ya está aquí; el hartazgo social y las protestas acentuadas por el gasolinazo, la corrupción y los privilegios insultantes de importantes segmentos de las clases políticas ya están aquí; la inflación y la devaluación ya están aquí.
Tal unidad sólo podría darse en contra de las medidas antimexicanas de Trump, contra las deportaciones y vejaciones de mexicanos en Estados Unidos, así como adoptando tajantemente un “sí a un aumento salarial de emergencia, un no al gasolinazo y un no a un nuevo gasolinazo”.
Decía el genio Maquiavelo que le parecían “desdichados los príncipes que, para asegurar su estado, tienen que tomar medidas excepcionales, teniendo a la multitud por enemiga… Y cuanta más crueldad usan, tanto más débil se vuelve su principado”. De modo que “el mayor remedio es ganar la amistad del pueblo”.
Así se desactivaría el actual coctel explosivo, aunque la crisis de fin de régimen sólo podrá resolverse con un Gobierno de coalición en 2018 (¡lástima que la mediocridad política de algunos dirigentes impidió una coalición ganadora en el Estado de México!).
La “unidad nacional” a la que hoy convoca EPN no puede concebirse como defensa de su gobierno y de sus políticas equivocadas.
