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Artesanas superan estereotipos comunal

IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Teresa Lino Bello tenía 19 años cuando junto a sus hermanas y otras mujeres de Hueyapan, Puebla, fundaron en 1979 la asociación Tamachij Chihuatl que elabora sofisticadas prendas en telar de cintura, utilizando tintes naturales que ellas mismas extraen de la naturaleza de la región.
Casi 40 años han pasado desde que este grupo de mujeres artesanas nahuas emprendió ese proyecto con la idea de rescatar la elaboración de sus prendas tradicionales y comercializarlas. Hoy cuentan con más de 200 socias, su trabajo es reconocido constantemente y han obtenido diversos premios en grupo o individuales, como el Premio a la Trayectoria Artesanal que el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart), que se otorgará próximamente a Teresa Lino Bello, como parte de la edición XLIII del Concurso Gran Premio Nacional de Arte Popular 2018. Pero el camino para llegar hasta donde están ahora no ha sido fácil.
Además de las complicaciones para comercializar sus productos, Lino Bello recuerda este 19 de marzo, Día del Artesano, que una de sus mayores dificultades ha sido el reconocimiento de su trabajo entre la propia comunidad y sus familiares que veían con malos ojos que las mujeres dedicaran más tiempo a esa empresa que a su propio hogar y familia. “A mí me tocó iniciar en una época muy difícil porque estando en un pueblo indígena, era mal visto que se reunieran mujeres; más que nada en esas reuniones que no son exactas en tiempo, tienes tiempo de entrada, nos reunimos y se van las horas y cuando regresas a casa ya no hay nada bueno”, cuenta en entrevista.
“Algunas nos separamos, otras se quedaron viudas, otras lograron dar a conocer su trabajo y sus esposos les ayudan… Ahora los tiempos han cambiado, pero llegamos aquí después de muchos problemas, decisiones familiares, escándalos, porque para el pueblo la mujer decente es la que nunca sale de casa, porque esa persona que se va a la ciudad y que llega noche no era bien visto, entonces digo que sí fue difícil, fue una problemática que nos aceptara la familia, la sociedad, pero de alguna manera se acostumbraron”, dice la bordadora que recibirá este premio junto a otros cuatro artesanos de diversas partes del país.
Ese premio reconoce la trayectoria de esta artesana que junto a sus hermanas -entre ellas doña Manuela Lino Bello, quien falleció recientemente-, ha trabajado para que el colectivo de mujeres tenga un espacio propio en el pueblo, para que la venta de sus productos sea a un precio justo y para que el trabajo de estas artesanas indígenas sea reconocido entre la misma población.
“Ser presidenta de la organización también es difícil porque tiene uno enemistades de a gratis, de los maridos, de las suegras, de la familia de las mujeres. A algunas les decían: ‘ustedes se van con doña Tere porque ella es de la calle, quieren ser como ella, quieren ser de la calle’, pero la perseverancia nos ayudó, ya no es como antes, ya hay cierto respeto de hombres y mujeres porque ahí estamos, mantenerse 38 años no es fácil”.
Hoy, esta mujer que se dice orgullosa de portar el traje tradicional de las mujeres de su comunidad en todo momento, es la responsable de comercialización de este colectivo que elabora prendas como huipiles, tomicotones, chales, chalecos, trajes antiguos, morrales, carpetas, caminos de mesas, entre otros.
Teresa Lino Bello tiene claro que aunque la idea original del grupo es preservar y rescatar las técnicas tradicionales, la demanda del mercado las obliga a estar en constaste actualización. “Hacemos nuevos diseños, se puede decir que seguimos manteniendo el tinte natural, pero vamos perfeccionando, sacando otros colores o buscando otros materiales para sacar otros colores. El mercado pide cambios, nuevos colores”, dice.
“En mi pueblo solo había colores oscuros y hay un traje de fiesta; el del diario es de color café con lana de borrego y le ponían el rojo de grana cochinilla y el azul del añil, pero el mercado habla de que hay paletas de colores y que modas y no sé qué, y a nosotros eso nos obliga a sacar colores parecidos a esas paletas que nos enseñan”, dice la artesana que acude constantemente a cursos de capacitación en la ciudad de México, enseñanzas que luego comparte con sus compañeras en Hueyapan.
Este 19 de marzo se festeja el Día del Artesano y, además de celebrarlo, Teresa Lino Bello pide reconocimiento al trabajo de los artesanos de la tercera edad cuya experiencia y conocimiento son únicos y merecen tener mejores oportunidades. Más apoyos a la comercialización de sus productos es otra de sus solicitudes: “Yo ya me formo con los de la tercera edad y aunque yo quisiera hacer grandes cosas el mismo físico ya no ayuda, creo que hay que pensar en los artesanos mayores; también que se involucrara más el gobierno y organizaciones para la promoción y venta de nuestros productos, porque de alguna forma u otra nosotros producimos, pero la situación más dura para nosotros es la comercialización”. “Fonart nos compra, pero ya somos muchos y ya no alcanza para todos”, dice.
El Gran Premio Nacional de Arte Popular 2018 reconocerá esta vez a diversos artesanos del país que se dediquen a la elaboración de obras con técnicas, materiales y diseños tradicionales, así como nuevas propuestas de diseño en piezas con innovación.
Además de las diversas categorías, Fonart entregará cinco reconocimientos a la trayectoria artesanal dirigida a maestros artesanos que se han destacado por su desempeño, trabajos y obras a favor de la promoción de las artesanías. En esta última categoría están los artesanos Teresa Lino Bello, de Puebla; Othón Montoya León, de Metepec; Guadalupe Pérez Sánchez, de Chiapa de Corzo, entre otros. La entrega de los premios y reconocimientos está todavía por definirse.