IMPULSO/Agencia SUN
Rusia
Se transformó al medio tiempo de ser un voluntario amable, dicharachero a un odioso intento de policía cibernético.
Imposible saber cómo se llama porque cada vez que le preguntas se hace como que no escucha, tal vez convertirse en autoridad por 45 minutos le hizo olvidar que puede hablar.
Todo periodista que toma su teléfono en el Estadio Luzhnikí tuvo que ver con este engendro de policía, porque grabar un vídeo o tomar una foto está muy penado por él, por la FIFA, aunque moviéndote 20 metros y yendo a la tribuna aledaña si lo puedas hacer, porque claro debe existir un acoso al periodismo y el fan que haga lo que quiera.
Incongruente que regresen a la dictadura de mundiales pasados cuando ya parecía superado el trauma.
Es una inutilidad actuar así, hoy las redes sociales detectan en automático quien sube un video sin derechos, de verdad no vale la pena convertirse en policía por un día.