IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad De México
La Selección Mexicana tuvo dos matices totalmente contrarios: el de la depresión, decepción, que provoca un equipo que no logra sobresalir en el momento indicado; es decir, cuando se tiene que ganar siempre se pierde, como sucedió de manera dramática en las Copas Confederaciones (frente a Alemania) y de Oro (ante Jamaica).
Y por el otro lado, una eliminatoria mundialista sin algún tipo de líos, lo cual tendría que ser normal en el área de la Concacaf, así es que el 2017 fue de claroscuros para la Selección Nacional, lo que genera grandes dudas para lo que será 2018, año en el que se tiene el reto de participar en el Mundial de Rusia.