IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad De México
Para escuchar a André Rieu no se necesita pronunciar bien su nombre: “André Riu”, “Adrie Reu”… “Andrés Ríos”. Tampoco saber de partituras, ni de música clásica o convencional, menos sobre rigor y solemnidad frente a una orquesta.
El violinista no lo considera necesario. A los 29 años, decidió dejar de lado lo aprendido en el observatorio de Bruselas y crear un proyecto distinto: una orquesta colorida, popular, que interpreta vals y otro tipo de temas clásicos haciendo una experiencia divertida. Cercana a la gente, no sólo a los especialistas.
“Vengo de la música clásica en donde todo estaba mal. Aquí estaba la orquesta, allá la audiencia, con una gran distancia”, contó en entrevista con EL UNIVERSAL.
“El problema es que algunos creen que la música clásica es para ellos. Piensan: ‘Soy más que tú, la música clásica es para mí, no para ti, porque tú no estás educado'”.
Su decisión de cambiar el concepto le valió comentarios negativos, primero de su círculo cercano, luego de la crítica especializada, a la que el hijo de Maastricht, Holanda, no le presta importancia.
En el 2000, un especialista del Orange County Register escribió un ensayo contra Rieu en el que criticó sus valses “aviesos con sacarina”.
Nueve años después, esa crítica se agudizó cuando el diario The Wall Street Journal retomó esa opinión para criticar a Rieu y otros artistas similares, como Plácido Domingo (en su proyecto de los tres tenores) y Andrea Bocelli.
El director de La Orquesta Johann Strauss, que fundó en 1987, no puede entender que haya quien se dedique a criticar cualquier proyecto que no encaje en los cánones. Los considera personas que el tiempo pondrá en su lugar.
Prefiere basar su carrera en lo que le inspiraba, no en las opiniones.
“¿Alguna vez has visto la estatua de algún crítico en algún lugar del mundo? Yo nunca. Entonces, está bien (que lo critiquen)”.
“No me siento superior a otras personas, a mí sólo me gusta llegar a los demás con la música. Hay directores de orquesta que ni siquiera voltean a ver a la gente, parece que los quieren mandar a casa”.
Canta y no llores. La comunicación más inmediata que tiene André con México y el resto de Latinoamérica es a través de cómo reaccionan los usuarios de Youtube.
Al músico le gusta leer los comentarios de los videos que se suben en esta red social, por eso está al tanto del cariño que los mexicanos le tienen. Además de las presentaciones que ha ofrecido en el país.
Las últimas estaban programadas para septiembre pasado, pero debieron suspenderse a causa del terremoto. Se realizarán del 20 al 25 de este mes en el Auditorio Nacional.
“Los mexicanos son inolvidables, recuerdo mi último show, mientras mi dirigía a mi hotel, escuchaba la gente que seguía cantando ‘Cielito lindo'”, recuerda.
El que la música lo lleve a muchos países es un ejemplo, para él, de su universalidad: “Hemos aprendido que nadie es mejor, la música debe ser un ejemplo. Es para todos”.