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Por Patricia Fuentes Hurtado

¿Qué les aqueja a los médicos?

Nunca como ahora, la figura del médico enfatiza su importancia y respeto. Los galenos pertenecen al grupo de profesionales que no pudieron confinarse en los días más álgidos de la pandemia. Fieles al juramento hipocrático, cual ejército de batas blancas, se mantienen en los lugares donde el dolor humano les llama.

Los sobrevivientes de los “días oscuros” hoy hablan de jornadas extenuantes, días sin comer ni ver el sol, insomnio y un estés al máximo. El ulular de las sirenas en cada egreso exitoso y las maniobras contrarreloj para intubar pacientes, fueron sus rutinas en semanas interminables. En la memoria colectiva quedarán miles de ellos que dieron hasta el último aliento.

Pero la pandemia fue una prueba más. Previo a la crisis sanitaria, la comunidad médica venía padeciendo vulnerabilidad laboral y carencias en insumos, medicamentos e infraestructura, derivado de insuficiencias presupuestales.

Las carencias impactan negativamente en la atención del paciente, cuyas consecuencias les son atribuidas a los médicos como “negligencias”, de ahí que en 2014 se conformara el movimiento nacional #YoSoyMédico17 en apoyo a 16 doctores acusados de iatrogenia (daño ocasionado por un procedimiento médico). Su consigna fue: “Somos médicos, no dioses ni criminales”.

También les aflige que la Comisión Nacional de Arbitraje Médico reciba anualmente miles de inconformidades en contra del IMSS, ISSSTE y la Secretaría de Salud, cuando la mayoría de negligencias se asocian a la precariedad e incompetencias del Estado.

El problema es estructural, la demanda poblacional rebasa la capacidad de las instituciones de seguridad social, generando consultas apresuradas,con citas muy espaciadas. Las agendas siempre saturadas.

Sin embargo, el factor humano no puede obviarse. Nuestros médicos serán siempre sanadores. Por ello, un reconocimiento a quienes persisten en esta resiliencia profesional y a quienes se especializan o caminan al mundo holístico, pues desde ahí también alivian con calidez los males del alma.

Viene a mi mente el psiquiatra estadounidense Brian Weiss, quien bajo una impecable trayectoria y conociendo los entretelones de la mente humana, un día en terapia convencional vio cómo su paciente Catherine, atravesó el umbral para viajar a sus vidas pasadas y a partir de ahí alivió su atormentada existencia.

Escéptico, Weiss tomaba “con pinzas” aquellas vivencias que a la postre lo hicieron un experto en “regresiones” como método de sanación.

Asimismo, el neurólogo y psiquiatra vienés, Viktor Frankl,quien habiendo sobrevivido al Holocausto, rehizo su vida de la nada. Se le conoce como el padre de la Logoterapia, método psicoterapéutico que lleva de la mano al paciente para descubrir el sentido de su vida.

El doctor Frankl es ejemplo excepcional de resiliencia y su frase más célebre es: “Nos pueden quitar todo en la vida, menos una cosa, la libertad de elegir cómo reaccionar ante determinada situación”.

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