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ANANDA

Por Patricia Fuentes Hurtado

2021, año convulso

Con mi amor a María Elena Hurtado S.

El 2020 fue un parteaguas, confuso, sin más. La palabra pandemia era solo una referencia de 1918 con la gripe española, pero el destino o “virus de laboratorio” nos cimbró con otra. Fueron 365 días sin tregua; tal vez lo peor ya pasó, no obstante, el 2021 no dejó de ser convulso porque fue cuando empezamos a hurgar entre los escombros para recomenzar.

Vulnerables en tempestad, así nos encontraron las 12 campanadas anunciando el 2021 donde seguramente millones solo pensábamos en sobrevivir. Miles de dolientes lloraban a sus muertos; desolación. Por fortuna, en diciembre avizoramos esperanza con las vacunas suministradas al personal de salud, que por justicia, les correspondían en primera instancia.

De la mano del SARS-CoV-2 se vino en cascada el desempleo; la contracción económica se resintió desde niveles macro hasta llegar a los pequeños negocios que terminaron paralizados con impagables adeudos, algunos lograron reinventarse. Fue también cuando se asomó la otra pandemia que sigilosa aún se propaga: problemas de salud mental en sus diversas modalidades. Vimos la crisis por Covid-19, pero no el estrés y sus efectos en toda la población; el encierro ya nos había exacerbado.

Hoy revaloramos todo y la tarea ha sido ver las formas de desactivar los efectos de la pandemia. Estamos en constante adaptación: trabajo semipresencial, escuela en sistema híbrido, la apertura gradual de sectores económicos.

Vimos cómo los cambios en el color del semáforo epidemiológico no siempre priorizaron la emergencia sanitaria. Estar vacunados ha sido nuestro aliciente y blindaje; al cierre del año, seremos alrededor de 67 millones de mexicanos con esquema completo de vacunación; más de 80 millones con al menos una dosis.

El año expira y aún seguimos viendo cómo resurgir, por ejemplo, el sector salud reedita la expectativa de un modelo de salud mental. ¿Cuánto nos llevará retomar el sinnúmero de proyectos interrumpidos?, ¿Cómo recuperarse del rezago educativo que dejó el “año perdido”, académicamente hablando?

El 2020 y 2021 son siameses, inseparables, y así quedarán agregados en los anales de la historia.El mundo retomó un gradual dinamismo: El demócrata Joe Biden llegó a la presidenciade EE. UU; La Cumbre Climática en Glasgow, Escocia obtuvo importantes acuerdos en torno al calentamiento global; tras la estrepitosa caída en 2020, la economía comenzó a recuperarse y los gigantes digitales no frenaron su crecimiento, pues fue cuando más dependientesnos hicimos de la tecnología.

En México llegamos a la mitad de un sexenio que no es priista; el calendario nos recordó50 años del Halconazo (10 de junio), artera matanza estudiantil, resabio del represivo 68; de igual forma, arribamos a los 500 años de la caída deTenochtitlán, conmemorados el 13 de agosto.

Don Julio Scherer decía: “en la tragedia no existen escalas ni mediciones”, pero el mar bravío encontró a algunos en yate y a otros en balsa. Reponernos es esencial, solo con consciencia, responsabilidad y esperanza podremos avanzar. Año 2022, te bendecimos, esperamos tu benevolencia.