José
Rubinstein
: AMLO en campaña: “El raquítico crecimiento
propio de los regímenes neoliberales a lo largo de 36 años, del 2% promedio
anual, en mi gobierno será del 4% anual”.
Ha concluido el primer año de gobierno de AMLO y el crecimiento anual distó del
4% alardeado, siendo precisos, la economía decreció al 0.1 por ciento. No
obstante, López Obrador argumentó que el crecimiento no es importante — ¿y por
qué antes si lo era?—.”No se trata de crecer por crecer, el crecer a toda
costa, lo primordial es el desarrollo y la mejor prueba de ello es que la gente
está feliz, feliz, feliz.” AMLO cumple…aun incumpliendo.
¿Le será posible al Ejecutivo malabarear con los aros al aire sin que ninguno
caiga al piso durante todo su mandato?
Datos del Inegi a noviembre 2019 muestran un retroceso acumulado de la economía
por 7 meses consecutivos, la actividad industrial con disminución durante 14
meses seguidos, al igual que la actividad agropecuaria, la manufacturera, la de
servicios y preocupantemente la de la construcción.
Resulta cuestionable si al haber sido gobernados por regímenes anteriores nos
convertía en automático en corresponsables de las políticas entonces
emprendidas, si debimos haber fungido como cotidianos sinodales oponiéndonos a
toda acción que no nos pareciera. ¿En algún país del mundo así ocurre, teníamos
acaso la información suficiente, el criterio y acceso para inconformarnos? ¿Nos
hubieran hecho caso? ¿AMLO nos haría hoy caso?
Considerando lo anterior, me pronuncio sobre el contenido del discurso
presidencial, sugiriendo no apuntar invariablemente hacia sus supuestos
adversarios conservadores, desistiendo de emplear un sarcástico tono de
resentimiento, expresándose como presidente de todos los mexicanos. Elijo el siguiente
botón de muestra: “Deberían pedir disculpas los neoliberales, adversarios
conservadores disfrazados de defensores del medio ambiente. Piensan que somos
iguales, creen que somos como los neoliberales, como ellos, nosotros estamos
comprometidos con el medio ambiente, con los derechos humanos, etcétera. Ellos
sí pueden traicionar porque son muy hipócritas. Pero no nos pueden impedir
ejercer nuestro derecho de réplica. Quienes cuestionan la política de
seguridad, dejen la hipocresía y las máscaras. ¿Por qué estuvieron callados en
tiempos de García Luna? Gritan como pregoneros y callaron como momias, padecen
amnesia y todo lo comienzan a ver”.
Abordo el tema de la rifa del avión presidencial —con insustancial valor
comparado con el costo de la cancelación del avanzado aeropuerto de Texcoco—
debido a que se convirtió en uno de los temas centrales que acaparan la
atención nacional. En primer término, no se puede rifar lo que no es de uno, el
avión está en arrendamiento y la factura en poder del arrendador en tanto la
misma no sea totalmente cubierta.
De no venderse la totalidad de cachitos, el monto recuperado sería menor al
estimado, ¿y si no se vende el número premiado, seguiría un nuevo capítulo de
la “operación avión”? Y quién se gane el avión, un bien tan lujoso
que ni Trudeau lo puede adquirir, ¿qué haría con él? ¿Lo sacaría los domingos
para ir a dar la vuelta? ¿Viajaría por el mundo? y con que ojos divino tuerto,
¿y el costo de mantenimiento, limpieza, seguros, gasolina, sueldo del experto
piloto y las respectivas aeromozas? ¿Y si decide venderlo, tendría que
organizar otra rifa, pero ahora por su cuenta?
Y para acabarla de amolar, volverse secuestrable por poseer un avión de 2 mil
500 millones de pesos.
Pensándolo bien, no le voy a entrar a la rifa del avión, no vaya a ser que me
lo gane.