IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad De México
Raúl Gudiño exhibió al América como un adicto al drama. El guardameta de los rojiblancos salvó el empate (1-1), con un penalti atajado en el suspiro final del Clásico Nacional en el Estadio Azteca.
Prohibido tirar este juego a la basura es la encomienda, y no sólo para complacer a la afición que hizo la mejor entrada en el Coloso de Santa Úrsula en lo que va del año. Ambas escuadras llegaban seriamente heridas, tras ser eliminadas de la Copa MX a media semana.
El primer tiempo fue un total acoso amarillo. Las Águilas jugaron a placer por las bandas y tocaron a la puerta de Gudiño en reiteradas ocasiones. Sobre el guardameta cayó la responsabilidad y una enorme presión hasta el último segundo, porque los suyos no supieron qué hacer con la pelota en los primeros 45 minutos.
La más clara la tuvo el colombiano Mateus Uribe, al 18’, con un pase corto al área y frente a la portería, pero la defensa rojiblanca apenas reaccionó en el rechace.
Oribe Peralta también estuvo muy participativo. Pero la falta de puntería no le permitió reunirse a su casual cita con el gol durante los Clásicos contra el Guadalajara, al que ya le anotó en cinco ocasiones. Pero el tanto se le negó al atacante azulcrema, quien buscó mover las redes entre sudor y sangre, luego de un aparatoso choque con Jair Pereira, en el segundo tiempo.
Algo sucedió con el cuadro azulcrema que hace que el técnico Miguel Herrera reclame constantemente al árbitro mundialista César Ramos, quien prácticamente se guardó las tarjetas.
A pesar de la posesión de los de Coapa y de tener al rival a merced, es la falta de contundencia y efectividad lo que enfurece al Piojo, un vicio que los aqueja a pesar de marchar en los principales puestos de la clasificación, con 21 puntos, mientras que el Rebaño de José Cardozo sigue al acecho de la zona de clasificación, con 15 unidades.
El marcador se abrió a los 59 minutos, en una jugada de reivindicación personal para dos elementos del Rebaño Sagrado y con clara ayuda arbitral. Dentro del área, Josecarlos van Rankin le dejó un balón retrasado a Alan Pulido, quien firmó su primer gol en un Clásico Nacional de Liga.
El problema es que el lateral derecho estaba en claro fuera de juego, imperceptible para el asistente José Ibrahim Martínez. Pero cuando mejor la pasaban los de Cardozo, el América encontró alivio, tras un tiro de esquina (81′), donde Peralta rescató la esférica, para después ser aprovechada por Andrés Ibargüen y marcar.
El empate no era opción en la mente azulcrema, por lo que lucharon hasta el último suspiro. Y parecían conseguirlo, al decretarse un penalti en su favor.
La tribuna local quiso inmortalizar el momento con sus teléfonos celulares. Aunque el recuerdo no será grato, porque Uribe falló y Gudiño atinó, al aventarse a su lado derecho y evitar que el Clásico 231 tuviera dueño.
Aparentemente se van sin daño, pero con la conciencia turbia al saberse ganadores por instantes. Hay tiempo de recomponer el rumbo, el América contra los Tigres y las Chivas ante los Pumas, durante la fecha 12.