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Alfonso Reyes, un  apasionado de las  letras universales

IMPULSO/ Agencia SUN
CDMX
El ensayista, crítico, poeta y narrador mexicano, Alfonso Reyes nació el 17 de mayo de 1889 en Monterrey, México.

A consecuencia de la Primera Guerra Mundial se trasladó a España, donde compartió trabajos y experiencias con Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gassety Ramón Gómez de la Serna. En esa etapa perfeccionó su manejo de la lengua española, uno de los rasgos que caracterizaron su estilo: riqueza de vocablos y giros expresivos, construcciones gramaticales poco frecuentes, uso de arcaísmos y matices delicados del significado.
El poeta tuvo una de las formaciones más exigentes de las que se tenga registro y estuvo relacionado con la mejor tradición literaria occidental, desde la antigüedad grecolatina hasta las creaciones de Mallarmé y la estética simbolista.
A lo largo de su vida y estancias en el extranjero, Reyes se dedicó a conocer y difundir la cultura que lo rodeó. Su activa participación en numerosas instituciones de México y el mundo son parte del testamento alfonsino, cuyas raíces se encuentran en la visión cultural de su generación, la del Ateneo de la Juventud. De este legado sobresale su dirección de la Casa de España que daría origen a El Colegio de México, su labor en la Academia Mexicana de la Lengua y su presencia en El Colegio Nacional.
Autor de una obra poética celebrada por sus contemporáneos, obtuvo no obstante sus mayores logros en el campo del ensayo, donde abordó los más variados temas: la teoría literaria, la historia de Grecia, la novela policíaca y las raíces históricas de México. Entre éstos cabe destacar “Cuestiones gongorinas” (1927), “Tránsito de Amado Nervo” (1937), “La experiencia literaria” (1942), “El deslinde” (1944) y “Los trabajos y los días” (1946).
En un conjunto de libros, compilados a excepción de los voluminosos Diarios y una amplía correspondencia en la serie “Obras completas” que publicó, en 28 tomos, el Fondo de Cultura Económica, su escritura mantiene un tono siempre atractivo, aleccionador y consistente, con momentos de brillo excepcional, como en el poema dramático “Ifigenia cruel” (1924), sabia asimilación de la tradición griega, o en el cuento “La Cena”, precursor del realismo mágico.
También destaca “Oración del 9 de febrero” (1963), texto dedicado a la muerte de su padre, que apareció póstumamente. Lo mismo escribió sobre el arte culinario “Memorias de cocina y bodega”, 1953, que operetas ligeras y humorísticas o poemas satíricos. Entre sus obras de ficción son notables “Árbol de pólvora” (1953) y “Los tres tesoros” (1955), argumento cinematográfico inspirado en un relato de Robert Louis Stevenson.
Reyes se convirtió en el principal animador de la investigación literaria en México, y uno de los mejores críticos y ensayistas en lengua castellana.
: El poeta y narrador mexicano murió en 1959 en la Ciudad de México, víctima de una afección cardiaca.
: Su activa participación en numerosas instituciones de México y el mundo son parte del testamento alfonsino,
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