IMPULSO/ Enrique Cárdenas Sánchez
A fines del año pasado, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) tomó la decisión fundamental de separar los aumentos al salario mínimo en dos partes: una sería el de la inflación del año anterior; la otra, el aumento para recuperar gradualmente el nivel del salario mínimo para que éste por lo menos cubra una línea de bienestar definida por el CONEVAL. A esta segunda parte se la llamó el Monto Independiente de Recuperación (MIR) y se acordó que en mayo se revisaría de nueva cuenta para hacer un segundo ajuste y acercarse más a la línea de bienestar. De ahí esta discusión.
La reticencia al ajuste del salario mínimo se desprendía de tres factores principales; a saber, que sería inflacionario, que movería otros salarios además de los mínimos y que aumentaría la informalidad. Nada de eso ha ocurrido. Primero, y con base en el Banco de México, la inflación observada en los primeros meses del año obedece a los ajustes al precio de la gasolina y del diesel, no al salario mínimo. Segundo, la CONASAMI determinó de manera más que atinada el MIR mencionado y eso evitó que los sindicatos trataran de negociar los ajustes a sus salarios con base en el mínimo. Tercero, es muy pronto para aquilatar su impacto en la formalidad, pero los datos de los últimos años muestran que ésta ha aumentado debido a los esfuerzos del gobierno federal al introducir el Régimen de Incorporación Fiscal, y al IMSS con el Régimen de Incorporación a la Seguridad Social. De acuerdo con cifras del SAT y de la SHCP, el padrón de causantes ha crecido de 3 millones 400 mil a 4 millones 708 mil entre 2012 y 2016.
Aún pienso que el aumento de siete pesos del MIR en enero pasado no ha tenido ninguno de estos efectos que se preveían por algunas autoridades, empresarios y analistas: el monto del salario mínimo todavía es inferior al salario más bajo que los trabajadores están dispuestos a aceptar. El monto tan bajo del salario mínimo legal sigue funcionando como un “efecto faro inverso”, el cual jala los otros salarios a la baja. En otras palabras: un empresario puede estar tranquilo porque paga más que el salario mínimo, incluso el doble, y considera que su trabajador está bien retribuído. Y sin embargo, ese salario no es suficiente para mantener a una familia de tres personas por encima de la línea de pobreza.
La recuperación del salario mínimo legal es indispensable por varias razones. Primero, porque así lo establece la Constitución. La CONASAMI, como órgano del Estado, no se había preocupado de que el salario mínimo legal fuera suficiente para cubrir una vida digna. No es posible que un órgano del Estado, como es el CONEVAL, señale el monto mínimo de supervivencia y que la CONASAMI, otro órgano del Estado, determine un salario mínimo legal que no alcance para cubrir las necesidades más básicas. Twitter: @ecardenasCEEY
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