Diciembre 24, 2024
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Aire y transparencia en selección de presidencia de INMUJERES

IMPULSO/ Sara Lovera

SemMéxico

Hace muy poco mi labor periodística llegó a 50 años. Como recuerda cotidianamente el periodista Carlos Ferreira, ese medio siglo me ha dado las mejores experiencias humanas. Con periodistas como Blanche Petrich y su catálogo ético, hay 3 preguntas que una se debe hacer frente a los hechos por reportar: ¿Es cierto? ¿Quién se beneficia? ¿Sirve para algo? Es una regla fundamental. Lo cierto tiene que verificarse. Para hacerlo bien, no son buenos los grilletes, ni las intentonas por callarnos.

Gabriel García Márquez dice que se trata de la más bella de las profesiones. Lo es. Acercarte a la realidad; verificar, entrevistar, ir a los hechos, contrastar, hablar con la gente, es todo un reto. Decenas de experiencias podría contar.

Muy pronto, apenas había llegado a mi primer trabajo cuando me topé con la maestra y sufragista Adelina Zendejas, ella me preguntó, así de simple: “¿Vienes a contar sólo lo de los hombres?” Ese día mi visión cambió para siempre. Se diría que decidí mirar lo que sucede con los hombres y las mujeres. Ahora se llama periodismo de género, entonces le llamé, informar integralmente.

Durante 30 años estuve en la calle, con grabadora en mano, conocí el país y parte del mundo, durante muchas misiones, las giras presidenciales y las de candidatos y candidatas a toda clase de puestos; fui con Adelina a conocer a las mujeres de la periferia de la ciudad, cubrí, como se dice en el argot periodístico, todas las fuentes, pero sobre todo hechos y circunstancias, siempre me pregunté ¿dónde estaban las mujeres?

Durante 10 años “cubrí” las fuentes políticas. Me tocó el anuncio de una nueva ley de Población, la desaparición del Partido Comunista, las demandas de derechos y la vida de las mujeres de todas las clases; recuerdo las discusiones en la Secretaría de Gobernación, tremendas, durante la elección presidencial de 1982, donde Rosario Ibarra logró un millón de votos; tuve el privilegio de descubrir que esterilizaban mujeres en el Estado de México (1978) y los investigué e informé. Ya entonces había nacido el Movimiento Feminista en el mundo y en México.

Aprendí que todo lo que discutían las primeras feministas que habrían de poner en discusión no sólo derechos, sino símbolos de opresión y discriminación, estaban conscientes de a qué se enfrentaban, por eso discutían en “secreto” y yo moderada, cuanto podía, reportaba lo que me parecía necesario para que otras miles de mujeres, a través de mi periódico (El Día) se enteran, supieran, no siempre me comprendían mis correligionarias.

Es lo de siempre. Un día el jefe de la Academia de la Lengua –también cubrí las notas universitarias- dijo que de más de medio millón de vocablos en la lengua española mexicana, sólo usábamos 5 mil, puse en mi nota “Los mexicanos desconocen la lengua”, el hombre enfureció, me mandó una carta, bueno, demasiado estricto, pero no mentí.

Recuerdo que una noche, cuando la crisis estudiantil de 1968, en la Rectoría de la UNAM, que detentaba don Pablo González Casanova, quien enfrentaba un movimiento “porril” en nuestra máxima casa de estudios, de cara a una Reforma a la Educación Superior, se reunió con ellos. Yo estaba ahí, digamos, “clandestinamente” tras una columna. Oí todo, ¿era cierto? Claro, pero no era conveniente relatar todo lo que atestigüé. Pero sí podía informar sobre ello. Lo hice con todo cuidado, sin mentir, y sin poner en riesgo nada. Días después el jefe de comunicación social, entonces Gustavo Carvajal Moreno, me llamó para que le contara todo lo que vi y oí. Dudé, ¿qué buscaba? Acudí al Rector, él me dijo, guarde usted los detalles para la historia. No siempre es conveniente descubrir tus fuentes, pero siempre hay que informar, es mi tarea.

Creo firmemente en que en esta 4t la política de género es sustantiva. Afecta o puede afectar a la mitad de la población. Es un asunto esencial. Se puede entender y definir a través de las políticas públicas qué se pondrán en juego. Una esencial es definir quién guiará los destinos del Instituto Nacional de las Mujeres, piedra angular de esa política, donde sea llevada o construida, por supuesto no sólo depende de esa designación, pero es esencial.

Durante esos 50 años me he interesado por la condición social de las mujeres. Durante 10 años, cubrí el sector obrero, la vida sindical y la condición de las y los trabajadores; nunca me restringí, averigüé, reporte, investigué, fui a pie de fábrica a decenas o centenas de sitios, fábricas, conferencias, identifiqué documentos, traté de comprender qué era eso de la reestructuración productiva. Estuve la mañana en que los obreros de Fundidora de Monterrey, sin aviso, la encontraron cerrada; viajé toda la frontera para contar cómo se explotaba a hombres y mujeres de las empresas maquiladoras de exportación; estuve en las huelgas de pequeñas y grandes fábricas; descubrí los mercados de trabajo y día a día vi cómo se levantaron de los escombros las obreras de los talleres de costura, que durante el sismo de 1985 mostraron el tamaño de la injusticia laboral.

Nunca renuncié a ver a las mujeres ¿se llama feminismo? no exactamente, se llama periodismo profesional especializado. En este caso, en la condición social de las mujeres. Sí comprometida, pero sin dejar a un lado, como algo central, los hechos, las contradicciones, las verdades a medias, las mentiras y por supuesto avances, retrocesos y hechos.

¿Quién puede ocultar lo que nos sucede? Creció la violencia contra las mujeres en forma exponencial en los últimos años. Lo que priva es la impunidad. Importan las estadísticas y las declaraciones, pero lo más importante es la experiencia de las mujeres. No las veo como víctimas -líbreme dios-, las veo como recipientes de lo que la teoría feminista llama patriarcado. Tengo que contar cuanta historia es posible ¿para cambiar las cosas? No, líbreme dios de tamaña prepotencia. Lo que importa es lo que me dijeron en la escuela: convocar a la opinión pública y señalar los vacíos, las malas políticas, las barbaridades del sistema, siempre que sea probado, real y documentado. Esa es la regla.

Por ello desde agosto de 2018, como periodista, veo fundamental tener el dato, el hecho, las circunstancias que han rodeado una decisión fundamental ¿quién será la nueva presidenta de Inmujeres? ¿Por qué? Porque esa será la clave de la política de género de la 4t; porque ello nos definirá cuál es el rumbo. Así conté lo que pude constatar, saber, según mis fuentes, según la información disponible y mis investigaciones.

Hace 6 años, cuando llegó al poder Enrique Peña Nieto, y ya la ley -del año 2 mil- marcaba el procedimiento para elegir a quien dirigiría la política de género del nuevo gobierno, tras 12 años de panismo, de 30 años del movimiento feminista y amplio de mujeres que propusieron y lucharon por todos los avances, incluida la creación del Inmujeres, hubo tensiones. Mis correligionarias -y tienen razón- quieren participar e intervenir, así lo dice la ley, por eso en la del Inmujeres hay dos consejos, el Social y el Consultivo, de 32 personas, 16 participan en la discusión para elegir a la nueva presidenta, algunas de ellas, entonces, se inconformaron cuando descubrieron que fuerzas internas en el PRI, habían decidido quién, antes de esperar el procedimiento transparente. Denunciaron y trabajaron en contra de un procedimiento opaco. No hubo nuevo reglamento.

En agosto supe que se perfilaba una decisión, tras la propuesta pública de mujeres que aspiraban a dirigir el Inmujeres a partir de 2019; era público quienes querían y quienes apoyaban. Bueno, informé, cómo se venía ahora el procedimiento. En agosto la cúpula del nuevo gobierno tenía una terna que con ligera variación sigue sosteniendo esencialmente. Aún no se elegían ni operaban los Consejos. Demasiado pronta la decisión, sin discutirla porque la Junta de Gobierno que elige la terna, no se había instalado, porque 18 de sus integrantes debían ser del nuevo gabinete. Pero en la 4T todo es adelantado.

¿Cuál fue la situación? Que se había discutido entretelones, en MORENA, naturalmente. Yo informé, lo que constaté. Las Consejeras que se eligieron -nadie estuvo en contra de cómo las eligieron, ni quién las “palomeó”- supieron a tiempo que se “cocinaba”, yo había informado. Les pareció que era una vocera prepotente e ilegítima.

Nuestras amigas, militantes comprometidas y sabias, no saben qué es informar y que también en el periodismo tiene valor enterarse y publicar, que es un motivo de vida para las y los periodistas descubrir cosas. No entiendo porque nadie está en contra del periodismo que ahora se llama de investigación y descubre cosas, por ejemplo la Estafa Maestra, o las camionetas que compró en lo oscurito el SNTE, o los trasiegos de los gobernadores en la picota, o los inadecuados y corruptos asuntos de la justicia que no es tal y produce todos los días nuestro estado de impunidad.

Seguí. Le seguí la pista a todo lo que está sucediendo. Así tuve no más que informar. Lo hice, lo sigo haciendo. Nos importa a la mitad de la población. Ahora resulta que necesito el aval de las consejeras, que por mí supieron cómo se armaba el asunto, para contar a México y quien mira el portal SemMéxico, cómo va la discusión, abierta democráticamente, legal o no tan legal, pero abierta.

Pues nada, resulta que las consejeras democráticas no aceptan poner en público cómo va la decisión, quiénes son las aspirantes, qué proponen, cuáles son sus preocupaciones. Nada invento, tengo sus propuestas, sus afanes, sus historias de vida, montones de ellas fantásticas y con todas las de la ley buscan ser elegidas. Pues no, resulta que también, las consejeras, quieren discutir en lo oscurito, y me interpelan.

Bueno me digo, son gafes del oficio, éste, el mejor del mundo. Sé que ahora las candidatas también fijan agenda, participan en los procedimientos democráticos, le dan continuidad a lo bien hecho y hacen visibles los vacíos, estoy mostrando a las personajas para que las decisiones estén bien documentadas, donde la meritocracia tiene sentido, en 40 años, me decía una de ellas, hay muchas mujeres preparadas, capaces, con instrumentos técnicos, de conocimiento y administrativos.

Estas mujeres ocupadas y preocupadas en la intención de avances sustantivos que pueden avanzar en erradicar la violencia contra las mujeres, en la construcción de una cultura de Derechos Humanos y en los derechos políticos, sexuales y reproductivos, educativos, de salud y no discriminación. Estas mujeres que me dieron sus propuestas y están concursando, forman parte de una riqueza inmensa para entrarle con todo a la transformación que se ofrece, a mejorar la vida de todas las mujeres, no sólo las pobres.

Ello, con el periodismo, tan poco comprendido por el poder, estoy segura, ayuda. Abre expectativas, posibilidades, amplia la mirada para contar con una buena política de género, por lo demás urgente.