Julio 16, 2024
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De adicto a adicto

IMPULSO/ Ernesto Salayandía García
Gasolinazo

Emociones desbordadas

Tal parece como si México hubiera jugado a las escondidas y allí, en el rincón de una casa abandonada, atrás del árbol más grande o arriba de él, sirviendo como escenario la luna llena, todas las emociones estuvieran cuidándose de no ser delatadas por el poseedor del bote pateado, la mentira por abajo del agua, la ira claramente vista en el jardín de los recuerdos, la violencia trepada arriba de un poste muy próxima al suelo.

La especulación, junto con el rumor en la azotea del café cibernético, mientras que la honestidad, la prudencia, el sano juicio, brillaron por su ausencia, sobresalía en este encuentro emocional, la soberbia que se visualizaba de adentro y de afuera, la comprensión no hizo caso y se fue muy lejos junto con la tolerancia y la prudencia. Muy bien escondida estaba la verdad, claro, la hipocresía hizo de las suyas, como el que tira la piedra y esconde la mano, sin olvidar la vanidad expresándose a los cuatro vientos, como si fuera toda una experta en conflictos sociales, economía y política internacional.

El amor, como genuino patrimonio a muchas emociones les valió un comino, nada importaba más que realzar al ego, quien brotaba en un escondite negro y profundo, para después hacer de las suyas, solo pensar en él,  claro en esta rebatinga, nadie quiso que se buscara a la culpa, debido a que es muy fácil echársela al de enfrente y lavarse las manos.

Esa noche, como muchas otras más, las emociones, negativas y positivas encontraron sus escondites, un grupo de ellas se acomodaron para no ser vistas, debajo de un remolque abandonado, de esos que deja la gente en plena calle de una manera irresponsable, ahí se refugiaron, la alegría, la actitud positiva, el respeto, la empatía, el civismo, la euforia y la esperanza, a pesar de ser fin de año, le dieron pase directo a las emociones negativas y fueron, las que reinaron en este juego emocional del bote pateado.

Un hecho más para no volverlo a repetir

Hoy en día, las redes sociales tienen un poder de influencia, la trascendencia de cualquier suceso tiene un gran rapidez con sobrado impacto, no hay legislación que prohíba esta libertad, es la elección de cada quien, leer, darle me gusta y reenviar el mensaje que se quiere, hay una libertad absoluta, pero detrás de ella, están las emociones de una persona, tal vez, por poner un ejemplo, una maestra jubilada, cuya pensión ridícula, sin automóvil para quejarse del gasolinazo, pueda sentirse  satisfecha emocionalmente hablando, cuando le ponga me gusta  a un meme, o pueda reenviar una opinión, un video o cualquier cosa que se manifiesta contra el gobierno y esa posibilidad.

Jamás vista en su vida, la tiene ahí, a su alcance a su entera disposición, eso es, un buen manejo de emociones el que le da su Facebook, que además es de su propiedad y está en su intimidad, es un medio, donde tiene a un grupo de amigos, que se identifican con ella, lo que le hace sentir acompañada y libre de leer, de aceptar o de hacer lo que quiera, esas son las redes sociales.

Mal de muchos, consuelos de tontos

Emocionalmente este gasolinazo, deja un claro mensaje de que el gobierno no supo manejar las cosas, que esta administración se equivocó, también en eso, en hacer un justo y verdadero recordé en  los gastos, por lo menos en la gasolina que se les paga a tanto servidor público, vales de gasolina desde los municipios más raquíticos hasta las más altas esferas, el derroche, los abusos, los excesos, han provocado el hartísimo, el fastidio, la ira, el odio y el repudió, emociones que no se detienen y que dominan por ahora, las redes sociales, en lo personal, la red, el Facebook, el twitter me es muy útil para mi trabajo espiritual y de recuperación, si medios a mi alcance para expresar mis emociones, mis sentimientos y mis pensamientos

En equidad,  recibo un sinnúmero de memes, videos, mensajes que alimentan  mi espíritu, he tenido algunos textos en que están de acuerdo con mis textos y lo difunden en ese sentido, no entro en debate, respeto la manera de pensar de cada quien, comprendo que no soy monedita de oro y no me engancho, aunque me amenacen o me reten, por el contrario como en la central de abastos, me hago a un lado, esquivo el golpe y sigo avanzando.

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