IMPULSO/ Ernesto Salayandía García
Una vida de frustración
Recordando el infierno
Anoche, mi mujer regaló su testimonio en una plática que se tituló “Ayer y hoy de la esposa de un alcohólico”, ello dentro de la semana de unidad del Grupo Guerreros de Chihuahua; no hizo otro cosa más que recordar el infierno que le di, recordar mi compulsión y mis borracheras permanentes y prolongadas, habló de ella, de sus sentimientos y de sus emociones, de la vida que le tocó vivir al lado de un alcohólico, narrando las nefastas actitudes, los pleitos neuróticos, por supuesto, las golpizas, sin olvidar las humillaciones, la violencia doméstica.
Como ella dijo: “Ernesto llegó hasta dónde yo lo permití, y yo llegué hasta donde él quiso que yo llegara”. Parecía una película de terror, llena de dramas, sangre, lagrimas, llena de perdón, de volver a empezar y, sólo como los toros viejos, después de que me perdonaba, agarraba más vuelo y, de nueva cuenta, a la vida incongruente que le di.
Daños por la enfermedad
En mi caso, abusé de mi pareja, por principio de cuentas, mi celotipia infernal, celos patológicos, obsesivos, pensamientos enfermos, psicóticos, una obsesión que mata, unos celos enfermizos, patológicos, sicóticos, con acciones denigrantes, con un lenguaje ofensivo, denigrante, le dio una vida del demonio.
Llegué a bajarla de la camioneta, a dejarla sola en los bailes, en las discotecas, me di media vuelta y me largué lleno de ira, de rabia, mi mente enferma rompía con la armonía y la alegría de cualquier tipo de reunión, tenia actitudes infantiles, hacía berrinches, panchos y un sinfín de incongruencias, no podía controlar mi celotipia, no podía desactivar mi mente ni mi lengua, cometí muchas injusticias como el violar sus derechos humanos, sus derechos constitucionales y su integridad de mujer; hoy, mi cambio es radical, mis celos se esfumaron, gracias a Dios, aunque de repente la loca de la azotea quiere que despierte mi celotipia infernal.
Neurosis a todo lo que da
El ambiente de un alcohólico, activo o seco, es un polvorín emocional, en aquella época, ella entraba y salida con maletas de mi casa o yo la corría con soberbia sobrada o ella se iba, recuerdo que, ya ante abogados, cuando estábamos firmando el divorcio, nos reconciliábamos, después, a los tres meses, estábamos del chongo, con odio jarocho, queriendo divorciarnos, así se fueron muchos años, entre pleitos y dramas.
Muchos de mis problemas fueron generados por mi manera de beber y de usar sustancias, más aún, por la neurosis de ambos, ahora, celebramos 24 años de novios y 23 de casados, no somos la pareja perfecta, pero vivir lo que vivimos, nada que ver, ahora, podemos soportarnos y llevar la fiesta en paz, a veces, en mi caso, la humildad, brilla por su ausencia, pero su sentido del humor hace que mis sentimientos cambien y volvamos a empezar.
Experiencias de vida
Testimonios como el de anoche, son testimonios del alma, con el corazón en la mano, ella, mi mujer, regaló su experiencia, su amarga experiencia de La Esposa de un Alcohólico, regaló su honestidad al reconocer su enfermedad y sus actitudes, pero en especial, a mí me regaló una reflexión muy profunda, que ahora comprendo y afirmo que gracias a todo el sufrimiento, al dolor del pasado, tenemos lo que tenemos, ahora nada que ver con esos panchos, ni con el dormir de día, y de noche andar como loco buscando pruebas para confirmar mi celotipia, nada que ver, de aquel tipo sucio, con la autoestima baja, neurótico empedernido, macho mexicano, nada que ver con esos momentos violentos, ni con esa vida sin fundamento que un alcohólico le da a su familia.
Hay que tocar fondos severos
Mi enfermedad está vigente, soy un enfermo emocional, un alcohólico, neurótico, maniaco depresivo, drogadicto, celoso, en recuperación y no se me debe de olvidar de dónde vengo, no debo de desear que merezco el tapete rojo, ni que todo el mundo me rinda honores, he logrado grandes cambios en mi vida, dejé de intoxicarme, erradiqué las tres cajetillas de cigarro que me fumaba, abandoné celos, me alejé de mis miedos, mis apegos y mis prejuicios, dejé mi ansiedad, hoy disfruto de Ernesto y de mi armonía, tengo defectos por trabajar, pero he avanzado mucho, como en la inmadurez y la soberbia. [email protected]