Noviembre 17, 2024
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De adicto a adicto

IMPULSO/Ernesto Salayandía García
Esquemas destructivos

La desinformación es parte del gran problema de esta enfermedad, la mía, la saliva del Diablo no es sólo alcohol y drogas, es una enfermedad perversa del alma, compleja, cruel, contagiosa, burlona, sutil, devastadora, es una enfermedad genética, hereditaria, progresiva, incurable, mortal, es física, emocional, ligada a la personalidad y sin duda tiene que ver con la ruina espiritual del enfermo y de su familia, que en muchos casos está más enferma que el mismo adicto.
El sábado pasado tuve la oportunidad de dar mi mensaje de información, reflexión, orientación y concientización respecto a mi enfermedad y a todas sus características, el público como siempre, se mostró sumamente interesado en este tipo de temas, veo los rostros de impacto cuando narro los amargos estragos que dejó en mi la compulsión por el alcohol y las drogas.
Siento los puentes de compresión, con la miradas de asombro, sé que transmiten dolor, frustración, impotencia y mucha desinformación y me queda muy claro, que no hay peor ciego que el que no quiere ver, hay una expresión genuina de preocupación, ya sea de prevención, de hacer algo para que sus hijos no caigan en las garras de La Saliva del Diablo, hay en otros, la angustia, la búsqueda de soluciones para rescatar a un ser querido de este infierno y están ahí, porque desean orientación e información y eso habla bien de ellos, habla del primer paso que es aceptar la realidad y en la medida de que se conoce el problema, te acercas a las soluciones, así de sencillo, pero la ignorancia, la negación, son parte de las características de un alcohólico drogadicto, y más en la familia.
Cadena neurótica
Muchos padres dañamos severamente a nuestros hijos, debido a que delante de ellos nos agredimos, violentamos el dialogo, gritamos, ofendemos, humillamos, intimidamos, retamos, insultamos, denigramos, devaluamos a nuestra pareja, en un instante, mutuamente nos hacemos trizas y no nos importa en lo más mínimo que nuestros hijos estén escuchándonos y viéndonos.
No nos importan sus ojitos tristes, sus miradas de asombro, ni el susto que les provocamos, no nos importa la pésima escuela que les demos, el mal ejemplo, y hacemos de nuestro hogar, un hogar disfuncional, donde el respeto brilla por su ausencia, donde el insulto es el estandarte y la guerra de vanidades nunca cede y si somos capaces de gritarnos entre la pareja, nos importa un comino como educamos a las criaturas, gritándoles, humillándolos, poniéndoles calificativos y descalificativos, haciéndoles sentir cucarachas.
O peor que ello, no nos importa abrir y hacer heridas del alma, como la injusticia, la humillación, la traición, no nos importa acomplejarlos, pero lo peor, es que una pareja neurótica, hace a sus hijos neuróticos, ingobernables, rebeldes, intocables e irresponsables, aprenden a que a base de gritos es como deben de comunicarse y esta cadena neurótica, ellos habrán de superarla y de repetirla una y otra vez en sus vidas, la neurosis es uno de los ingredientes básicos de mi enfermedad, un neurótico, fracasa en sus relaciones personales, fracasa en su comunicación interior y con las demás personas. Primero fui neurótico, luego alcohólico… drogadicto, maniaco depresivo, celoso.
Cadena de los miedos II
Un día leí en Selecciones, que una mamá es capaz de decir en un día, hasta 400 veces, NO. He escuchado, muchas veces a las mamás que les dicen a sus hijos.- Si no te callas, voy a llamar a la policía. Si no te callas, te voy a dejar aquí sola. Te va a llevar la policía al calabozo. Te voy a castigar. Bájate de ahí o te bajo. No lo hagas. No toques. No pases por allí.
Las fobias sociales, el pánico escénico, los miedos y la inseguridad, son componentes de un adicto, son componentes en la personalidad de un malhechor y es una cadena destructiva, es un esquema que se aprende y se contagia en el hogar, como padres cometemos el error de hacer a nuestros hijos, inútiles, nos da miedo que se caigan, que se vayan a quemar en la estufa y no los dejamos hacer un par de huevos fritos por temor a una quemadura, los hacemos inútiles, dependientes, inseguros de mil maneras, no permitimos que vivan su propia experiencia, trasmitimos nuestra propia miseria, la sobreprotección daña fuertemente a una criatura.

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