María
Elena Morera
A casi un año de las reformas constitucionales que dictaron la creación de la
Guardia Nacional (GN) y dieron tareas de seguridad pública a las Fuerzas
Armadas, ¿qué tenemos? En realidad, nada concreto. La información no ha dejado
de ser ambigua y contradictoria. Hasta ahora, las plazas, o están adscritas a
las Secretarías de Defensa Nacional y Marina o son las “heredadas”
por la Policía Federal. El gobierno reiteró en enero de este año, que
continuarán con el reclutamiento de elementos, aunque no es claro de dónde
saldrán y quiénes serán.
Sabemos que la Policía Federal se desintegró para construir sobre sus escombros
a la Guardia. Sabemos también, que la mayor parte de la Guardia son
transferencias de Sedena, Semar y de la Policía Federal, más los elementos que
están en apoyo, que también son militares y marinos. La información relativa a
la GN cambia según la fecha en que se pregunte a las instituciones vía
transparencia. Los números no cuadran, las dependencias se echan la bolita
sobre quién tiene la información. Mientras, las preguntas se siguen acumulando.
Por ejemplo, ofrecen prestaciones a los jóvenes que se quieran incorporar, pero
no hay presupuesto para crear ni una sola plaza en la GN. Entonces, ¿cómo será
la incorporación de nuevos elementos? Hasta el momento, se sigue incorporando a
militares y marinos, pero estos continúan con plazas adscritas a sus
instituciones de origen y sólo se integran por una figura extraña, “separación
funcional”, que no se sabe si esto significa oficio de comisión, ponerse
un brazalete o ponerse un uniforme distinto. Relativo a los policías federales,
una parte de ellos también han sido adscritos a la GN, en tanto que, el resto,
continúa exigiendo el cumplimiento de sus prestaciones.
En esta indefinición surge una pregunta: ¿se está pensando en las personas?
Pareciera que no importan, como objetos desechables van y vienen sin ninguna
garantía.
Recuerdo esto para que, en un futuro cercano, las personas que se incorporen a
la GN no terminen en las mismas condiciones. El Presidente afirmó a principios
del 2019 que sumarán 20 mil elementos más, para completar, o incluso, rebasar
los 100 mil elementos en la Guardia. Sin embargo, el gobierno debería darse a
la tarea no solo de reclutar más personas, sino principalmente de ofrecer y
asegurar condiciones laborales suficientes a las personas que buscan un trabajo
digno, en un país donde se combate el outsourcing. Y, donde, no deja de ser
preocupante la situación en que están, un número indeterminado de policías
federales, exigiendo sus derechos en las calles.
Esperemos que no se vaya por el mismo camino que se critica, aunque francamente
se ve muy difícil el escenario, sobre todo, con un gobierno más preocupado por
una militarización que se desborda a espacios civiles, militarismo le dicen, y
que deja en los márgenes de la ambigüedad a las personas.
Después de un año, ¿qué toca ahora? Sencillo, el gobierno debe aclarar la
situación de las plazas. Las personas que sean reclutadas deberán contar con
certidumbre ¿habrá estabilidad laboral, sí o no? Es momento de dar el ejemplo
y, dignificar a quienes conforman nuestras policías. De lo contrario, sólo se
reclutará más elementos para incorporarlos a las filas de la precariedad, tal y
como vive el resto de nuestras policías. No olvidemos que, al final de cuentas,
las instituciones son sostenidas por seres humanos, sobre quienes recaerá buena
parte de la responsabilidad de una institución que busca justificarse como civil,
que nos prometieron sería de excelencia y hoy, al parecer, no tiene ni
estabilidad laboral.
(Colaboró Sara López Cerón)
Twitter: @MaElenaMorera