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Ciudad de México
Vinieron para escuchar música, consumir drogas psicodélicas, oponerse a la guerra de Vietnam y la forma tradicional de ver las cosas o simplemente para escaparle al aburrimiento del verano. Dejaron un legado imperecedero. Este año se cumple el 50 aniversario del “Summer of Love”, el Verano del Amor en que multitudes de jóvenes invadieron San Francisco para sumarse a una revolución cultural.
Al rememorar 1967, Bob Weir, de los Greatful Dead, recuerda la explosión de creatividad surgida del resquebrajamiento de la sociedad estadounidense. Ese verano cambió la historia del rock-and-roll, señala, pero el episodio rebasó el mundo de la música. “Había un espíritu especial en el aire”, dice Weir, quien se salió de la escuela secundaria y ayudó a fundar Greatful Dead en 1965.
“Pensamos que si muchos de nosotros nos juntábamos y poníamos el alma y el corazón en algo, lo podíamos hacer realidad”. San Francisco, hoy un centro de alta tecnología que no tiene nada que ver con lo que era hace medio siglo, se toma el aniversario muy en serio. Decidida a atraer una gran cantidad de turistas, y su dinero, la ciudad ha organizado exhibiciones en museos, festivales de cine y música y fiestas y encuentros asociados con ese verano. Los hoteles ofrecen descuentos y “cocteles psicodélicos”, un “bus del amor” y bolsos y bandas descoloridas. La oficina de turismo de la ciudad, que coordina los festejos, dice que se trata de “una celebración emocionante del evento cultural más importante en la historia de San Francisco”.
Una cosa que está clara es que lo que sucedió aquí en los años 60 no podría darse en la San Francisco de hoy, básicamente porque los artistas no pueden pagar lo que cuestan las viviendas de la ciudad. En el barrio Haight-Ashbury, el principal hervidero de la “contracultura”, el alquiler de un departamento de dos dormitorios es de unos cinco mil dólares al mes. San Francisco sigue atrayendo a la gente joven, pero incluso quienes trabajan en Sillicon Valley y ganan más de cien mil dólares anuales se quejan de la carestía de la vida. A mediados de los años 60, los alquileres en Haight-Ashbury eran muy bajos, dijo Weir, quien hoy tiene 69 años, a la Associated Press.
En esos años, Greatful Dead compartió una amplia vivienda victoriana en Ashbury Street. Janis Joplin vivía en la misma calle. Del otro lado de la calle estaba Joe McDonald, de la banda psicodélica Country Joe and the Fish. Jefferson Airplane compró una casa a pocas cuadras en la Fulton Street, donde organizaba legendarias fiestas en las que pasaba de todo.
“La música es lo que recuerda todo el mundo, pero pasaban muchas más cosas”, dijo David Freiberg, de 75 años, cantante y bajista de Quicksilver Messenger Service, que luego se unió a Jefferson Airplane. “Había artistas, poetas, músicos, hermosos negocios de ropa y tiendas de alimentos hippies. Toda una comunidad”.
Las bandas se visitaban en sus casas y tocaban por la zona, a menudo en conciertos gratis en el Golden Gate Park y en el sector vecino conocido como el Panhandle. Su novedosa música electrónica inspirada en folk, jazz y blues pasó a ser conocida como el San Francisco Sound (el sonido de San Francisco). Muchas de las bandas más influyentes –Grateful Dead, Jefferson Airplane, Big Brother and the Holding Company, que lanzó la Carrera de Joplin– se dieron a conocer durante los tres días del Monterey Pop Festival. “Toda la fantasía asociada al verano del 67 –la paz, la alegría, el amor, la no violencia, el llevar flores en la cabeza y la música fantástica– todo eso fue realidad en Monterey. Fue el éxtasis”, declaró Dennis McNally, publicista de los Greatful Dead.
La prensa nacional prestó poca atención a la comunidad psicodélica de San Francisco hasta enero del 67, en que poetas y grupos musicales unieron fuerzas en el “Human Be-In”, un encuentro en el Golden Gate Park que sorpresivamente atrajo a unas 50 mil personas, según McNally. Fue allí que el gurú de las drogas psicodélicas Timothy Leary se subió al escenario y exhortó a los jóvenes a emprender viajes psicodélicos y a darle la espalda al establishment, abandonando incluso los estudios. “Cuando la prensa comenzó a hablar de esto, se disparó”, dijo McNally.
“Multitudes vinieron a Haight Street. Estudiantes de secundaria aburridos –o sea, todos– preguntaban ‘¿cómo hago para llegar a San Francisco?’”. El verano del amor tuvo su lado oscuro. Decenas de miles de jóvenes que buscaban el amor libre y drogas irrumpieron en San Francisco, donde vivían en las calles y mendigaban comida. Los padres vinieron detrás de ellos, tratando de llevárselos de vuelta a sus casas. Hubo una epidemia de drogas psicodélicas tóxicas. “Todos los tornillos sueltos del país se hicieron ver en San Francisco y se armó un gran lío”, dice Weir.
Algunos dicen que fue el fin de una era, otros que cambió la historia. “Creamos una visión del mundo que pasó a ser parte de la vida en Estados Unidos”, afirma Country Joe McDonald, quien hoy tiene 75 años. “Cada cosa que hicimos fue adaptada, incorporada a la cultura: actitudes de género, ecológicas, la invención del rock and roll”.
Con información de AP
Esta nota fue publicada originalmente por El universal (México), y puedes consultarla en http://www.eluniversal.com.mx/articulo/espectaculos/farandula/2017/06/13/el-verano-del-amor-en-san-francisco-cumple-50-anos