Agosto 15, 2024
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Opinión


EPN: ¡ahí viene el lobo!

Carlos Heredia Zubieta

La advertencia presidencial cerró su Tercer Informe de Gobierno: ¡cuidado con el populismo!

¡Ahí viene el lobo!, grita para transmitir la alarma.

 

Según EPN, el riesgo no es que México esté desgobernado por una pandilla de depredadores, el peligro radica en que llegue alguien que termine con los privilegios de la élite económica y de la cúpula política.

El Presidente de la República nos alerta contra la tentación de caer en el populismo y promete que ahora sí su Gobierno se va a apretar el cinturón, ajá.

Ya escuchamos ¡ahí viene el lobo! en 2006 y en 2012, como se ha expresado entre numerosos analistas de la política mexicana, en vez de odiar al hombre, deberían repudiar las condiciones que ayudaron a crearlo.

Ven las encuestas y les da frío: la intención de voto en la elección presidencial de 2018 favorece abrumadoramente a su pesadilla cotidiana.

Leonardo Curzio escribió el 10 de agosto en estas páginas —¿Es el populismo el problema?: La derecha mexicana (económica y política) se preocupa de que AMLO llegue a la Presidencia, pero no se ocupa de modificar su insolente base de poder que agravia a millones.

El tamaño del miedo inspira la retórica de EPN, no necesita pronunciar el nombre ni deletrear sus iniciales, los mexicanos ya sabemos a quién se refiere y también sabemos qué tan vacío es el discurso presidencial.

El presidente EPN afirmó: “Se requiere de un cambio en el modelo de desarrollo; no es suficiente con una política social centrada en mitigar la pobreza, se necesita una estrategia más proactiva, enfocada a elevar la productividad, crear más empleo y generar riqueza”.

Yo estoy de acuerdo en que se requiere de un cambio en el modelo actual, que genera violencia y excluye a las mayorías. La pregunta es quién tiene credibilidad para impulsarlo.

No necesitamos imaginarnos futuros riesgos en la economía y en la sociedad porque ya están aquí, es la nula o mínima creación de empleo, la precarización de los ingresos de los trabajadores, los programas gubernamentales que subsidian a los que más tienen, el despilfarro en el gasto público que beneficia a los grupos de más altos ingresos y la ausencia de inversión pública, que registra los niveles más bajos en 70 años. Todos estos factores están en la raíz del incremento en la desigualdad y en la pobreza durante el primer trienio de EPN en la Presidencia.

Necesitamos cambiar el modelo para transitar de paliar carencias a potenciar capacidades. Urge detonar el potencial productivo de las personas en pobreza y vulnerabilidad mediante empresas y empleos formales que logren incrementar de manera real y permanente su ingreso, ello con el fin de restañar el tejido económico y social hoy tan lastimado.

Es imperativo apoyar a quienes generan valor socialmente útil desde la producción, la innovación tecnológica, la cultura, las artes y el ejercicio de su profesión, de modo que puedan hacer mejor lo que saben hacer.

Este gobierno es incapaz de emprender e instrumentar ese viraje porque en su ADN trae la corrupción. Hoy, el verdadero objetivo de la obra pública no es construir y mejorar la infraestructura productiva, sino perpetuar la práctica de que donde hay obras, hay sobras, al estilo Higa y OHL.

La exoneración que Virgilio Andrade hizo de EPN, de Angélica Rivera y de Luis Videgaray es un monumento al cinismo y a la impunidad.

Se dicen conscientes de la desconfianza interna y de la incertidumbre externa, pero no modifican su ejercicio del poder para servir al interés general. Se repiten a sí mismos: “no somos culpables de nada, pero, si es necesario, al final, les pedimos disculpas a los mexicanos y asunto arreglado’”.

Posdata: Hasta en Guatemala hace aire, aquí ven la tempestad y no se hincan.

@Carlos_Tampico

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