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Matrimonios concertados desde México hasta Japón

IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
México ha sido testigo de historias que cruzan fronteras para continuar tradiciones con el romance como estandarte, ése fue el caso de los matrimonios concertados por medio de cartas que los inmigrantes japoneses realizaron a inicios del siglo XX.
Antes de la Revolución, los inmigrantes que radicaban en México sufrieron peligrosas condiciones laborales en ingenios azucareros o compañías mineras; con el inicio de la guerra, muchos fueron obligados a ir al campo de batalla dados sus conocimientos militares o a la ventaja que tenían de leer y escribir frente a la población mexicana, en gran medida, analfabeta.

Al fin de la guerra, casi la totalidad de esa migración estaba compuesta por hombres muy jóvenes que llegaron para buscar mejores condiciones de vida cuando aún eran solteros. El historiador Sergio Hernández Galindo, investigador de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), relata que bajo las condiciones de paz relativa en que se vivía en los años 20, los inmigrantes japoneses empezaron a formar familias, y aunque algunos se casaron con mujeres mexicanas, la gran mayoría “llamó” a posibles compañeras para que vinieran de Japón.

El shashin kekkon, o casamiento por carta, era muy difundido entre comunidades japonesas de toda América Latina, buscaba formar matrimonios por medio de una fotografía que era acompañada de una carta en la que se explicaban las intenciones del interesado: “Narraban a qué se dedicaban y de qué familia venían, también confesaban que no poseían nada y que no podían ofrecer mucho, pero explicaban que tenían un trabajo estable para salir adelante. Con la invitación, las mujeres en Japón tenían la disposición de viajar porque eran campesinas pobres que no tenían futuro en sus comunidades. De esta manera, se reprodujo la comunidad japonesa en México”, explica el historiador.

Con la invitación, las mujeres en Japón tenían la disposición de viajar porque eran campesinas pobres que no tenían futuro en sus comunidades. De esta manera, se reprodujo la comunidad japonesa en México”,
Sergio Hernández Galindo,
Historiador.

Frente al anonimato del pretendiente, y entre mucha incertidumbre, las mujeres japonesas llegaban a nuevas latitudes con el anhelo de un mejor presente que daría vida a futuras historias de amor que aportarían riqueza cultural.

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