Noviembre 25, 2024
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En las nubes

IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo
Sobre el privilegio

A mis amigos les diría: “Ellos se acercan con rostro alegre y sereno. Y aunque el cielo esté encapotado. La propia luz del día. Y el mismo sol, vienen con ellos”.

Y a mi nieto el médico Jorge Alberto Ravelo Barba, de regreso a su casa, bienvenido.

Octavio Raziel García nos dice: “Mi estimado amigo y colega, reconozco que soy un privilegiado. Cuántas razones tengo: Vivo, tengo familia, amigos y salud acorde a mi edad.

Vivimos, no sólo en México, en el mundo moderno, un narcisismo que ha alcanzado niveles de epidemia. Miles de hombres y mujeres se sienten privilegiados porque nacieron en un nivel social diferente al de los otros; porque tuvieron la oportunidad de escalar a otros niveles, de codearse con sus iguales.

Quienes están en las alturas son más egocéntricos y su único objetivo es acumular riqueza, posesiones; llegan a puestos públicos, en la mayoría de los casos de rebote, y de ellos no esperamos sacrifiquen su vida por un Dios o una patria.

Sienten que son privilegiados porque el Eterno se los concedió. La democracia está en manos de payasos. En la política para narcisos, se ha dicho, sólo hay espacio para vendedores divertidos. No para predicadores como M.L. King o A. Merkel.

Quienes están en el poder se creen con derecho a casi todo y entre ellos se sienten, y lo son, seres privilegiados, alejados de las masas.

Pero esa búsqueda de privilegios en la sociedad cae como en cascada en la sociedad.

Los Millenials suben cada día a Instagram 80 millones de fotografías, con más de 3,500 millones de likes:” Yo comiendo”, “Yo en el nuevo bar”, “Yo con mis amigos de la secundaria”, Yo, yo, yo, yo.

En el Facebook, millones de usuarios ofrecen detalles de su vida. Son los privilegiados del siglo XXI. El vanity capital, que es el consumo relacionado con los productos que les hace sentirse diferentes a las nuevas generaciones, mueve 3,7 billones de dólares.

Los privilegios de los políticos, los militares y hasta los religiosos (muchos acotados por Don Benito Juárez) siguen siendo cotos, fueros que han permitido que nuestros gobernantes, desde el de más arriba hasta el policía de punto, sean diferentes, a nosotros, esto es, los otros.

Espero no haberme salido del tema, y mucho menos del huacal.

Como siempre, tan tán.

@O (Octavio García)

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