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Un encuentro con los orígenes de México

IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México

El México prehispánico, el colonial y el actual conviven en un mismo sitio: el Museo del Templo Mayor y su zona arqueológica, localizado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, a un costado de la Catedral Metropolitana y a unos pasos de Palacio Nacional.

Desde las calles de República de Argentina y Seminario, es posible ver los restos del Templo Mayor, el principal centro ceremonial y político de la Gran Tenochtitlán. Habitantes de la capital del país, visitantes nacionales y extranjeros muestran su asombro por lo que observan. “Miro los vestigios y recuerdo de dónde venimos”, dice Paulina Calderón, visitante del Municipio de Coacalco, Estado de México.

En las últimas décadas del siglo XX, tras el hallazgo fortuito de la diosa Coyolxauhqui, el 21 de febrero de 1978, arqueólogos descubrieron la ubicación exacta del Templo Mayor de los mexicas, el sagrado edificio que fuera destruido tras la ocupación de los españoles, cuyos restos habían permanecido ocultos durante siglos bajo los cimientos de construcciones virreinales y decimonónicas.

Nueve años después, abrió sus puertas el Museo del Templo Mayor, el 12 de octubre de 1987, con el fin exhibir las piezas encontradas en las excavaciones derivadas del Proyecto Templo Mayor, complementando con ello la visita de la zona arqueológica.

La directora del recinto, Patricia Ledesma Bouchan, explica que los temas que se presentan en el museo y la visión de las salas han sido claros desde el principio, cuyos discursos se han adecuado con el paso de los años y las investigaciones.

“El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma trató de separar dos conceptos que reflejan la ideología mexica. El Templo Mayor estaba dividido en dos: la capilla dedicada a Tláloc, dios de la lluvia, y la capilla dedicada a Huitzilopotzcli, dios de la guerra”, explicó Ledesma Bouchan.

Al reproducir esta idea dual, la mitad del museo está dedicado a los temas de guerra, muerte y sacrificio, y la otra mitad a los de lluvia, vegetación y alimentación, de manera que se integra por ocho salas: Antecedentes arqueológicos, Ritual y Sacrificio, Huitzilopochtli, Tláloc, Flora y fauna, Agricultura y Arqueología histórica.

La arqueóloga agregó que en la planta baja del recinto se ubican las salas dedicadas a la base social, mismas que corresponden al tributo, alimentación y agricultura, y en la parte alta, se sitúan las referentes a la política y la religión.

Zona arqueológica

La zona arqueológica del Templo Mayor comprende 1.2 hectáreas, señala Patricia Ledesma: “El Proyecto Templo Mayor lleva casi 40 años, en ese tiempo, se ha excavado y, a partir de lo que se ha encontrado, se han desarrollado múltiples tesis, libros, reportajes y conferencias que nos permitieron identificar el corazón de México Tenochtitlán”.

En la zona arqueológica, se pueden ver los vestigios de una edificación considerada la principal de Tenochtitlán, dedicada a Huitzilopochtli y Tláloc.

Durante los trabajos, se rescataron otras construcciones relevantes: hacia el norte, tres adoratorios de menor tamaño, entre éstos, un Altar Tzompantli y uno de dos templos rojos dedicados al dios Xochipilli, así como la Casa de las Águilas, de mayores proporciones. Hacia el poniente, y muy cerca de donde se encuentra el museo, pueden apreciarse los vestigios parciales de la gran plataforma que limitaba al recinto sagrado de México-Tenochtitlán por sus cuatro costados. Finalmente, hacia el sur, se halla el segundo de los templos rojos consagrados al dios Xochipilli.

“El Templo Mayor se amplió siete veces; durante los trabajos, se han encontrado más de 140 ofrendas depositadas por los mexicas, las cuales provienen en su mayoría de piezas arqueológicas que conforman el acervo del museo. Hernán Cortés conquistó la ciudad y desapareció el Templo Mayor. De la séptima etapa no tenemos prácticamente nada, lo que se tiene es a partir de la sexta”, detalló Patricia Ledesma.

Museo del Templo Mayor

Luego de hacer un recorrido por la zona arqueológica, que evidencia las siete etapas constructivas y las cinco ampliaciones parciales del más importante edificio religioso y político de los mexicas, los visitantes pueden ingresar al Museo del Templo Mayor, donde pueden apreciar 10 mil piezas arqueológicas distribuidas en las ocho salas permanentes del recinto.

Asimismo, se pueden disfrutar exposiciones temporales; actualmente, se exhibe “Xipe Tótec y la regeneración de la vida”, muestra inaugurada en noviembre de 2016 que, al cinco de febrero, ha sido vista por 151 mil 313 personas.

Parte del solemne culto al dios Xipe Tótec en la antigua Tenochtitlán consistía en el sacrificio de los guerreros enemigos, a quienes los mexicas quitaban la piel (desollamiento) y desmembraban los cuerpos para engullir sus visceras.

La muestra reúne alrededor de 50 piezas que representan a la deidad prehispánica y hacen referencia a su culto en la Cuenca de México y en otras zonas de Mesoamérica, procedentes de Tula (Hidalgo), Monte Albán (Oaxaca), Costa del Golfo (Veracruz), Teotihuacán, Apaxco y Chalco (Estado de México). Destaca una escultura descubierta en Tula en diciembre de 2009 y que por vez primera se exhibe fuera de su lugar de origen.

Patricia Ledesma indicó que la muestra parte de la tesis doctoral del investigador Carlos González González, enfocada en Xipe Tótec. “El interés del doctor en este dios fue porque la fiesta Tlacaxipehualiztli era la más grande, cuestionándose porqué a una deidad que no era la principal se le hacia la fiesta más importante”.

Indicó que, luego de años de investigación, Carlos González González descubrió que el dios Xipe Tótec es la representación del maíz. “La nixtamalización implica quitarle el pellejito al grano del maíz porque el cuerpo humano no puede digerir el maíz tal cual, es justamente un símil de lo que ocurre en una fiesta dedicada a Xipe Tótec”.

El Museo del Templo Mayor se ubica en Seminario 8, Centro Histórico y su horario es de martes a domingo, de 9:00 a 17:00 horas. Entrada general: $70; la entrada es libre los domingos.

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