IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo
Cada amanecer
Cuando alguien nos refrenda su gratitud por haber amanecido, como lo proclama nuestro amigo escritor, poeta y periodista Octavio García, nos atrevemos, también, a lamentar nuestras inquietudes. Y admitir que es tiempo de dejar de quejarnos.
De dejar de malgastar nuestro tiempo. De ser idealistas, y empezar a centrarnos en lo importante. Este día fue concedido como parte de esta maravilla que es la vida. Una vida que todos nosotros tenemos el honor de tener y disfrutar.
Recordar que al igual que cualquier otro regalo, debemos estar satisfechos. Ver cada día como una nueva oportunidad para estar agradecidos.
Aquí, recordamos unas de esas razones. Significamos con negritas qué es:
Hoy, cuando desperté, me di cuenta que hoy es el mejor día de mi vida. Hubo días en los que me pregunté si sería capaz de hacerlo. Pero lo hice.
Hoy voy a celebrar la increíble vida que tengo. Los logros, las muchas bendiciones, y, sí, incluso las molestias. Porque me han servido para ser más fuerte.
Voy a empezar este día con la cabeza en alto y el corazón contento. Voy a maravillarme con los regalos supremos: El rocío de la mañana, el sol, (en) las nubes, los árboles, las flores, los pájaros.
Hoy, nada de lo que conforma esta milagrosa creación me pasará desapercibido.
Hoy, voy a compartir mi entusiasmo ante la vida con otras personas. Haré a alguien sonreír. Voy a hacer un acto de bondad inesperado con alguien a quien ni siquiera conozco.
Hoy, le daré un cumplido sincero a alguien que esté deprimido. Le enseñaré a un niño lo especial que es, y le diré lo mucho que significa para mí.
Hoy, voy a dejar de preocuparme por las cosas que no tengo, y voy a empezar a ser agradecido por las maravillosas cosas que se me han dado. Es lo mínimo que puedo hacer. Recordaré que preocuparme es una pérdida de tiempo porque mi fe en Dios y en su divino plan me asegura que todo va a estar bien.
Hoy, antes de ir a la cama levantaré mis ojos al cielo. Y apreciaré la belleza de las estrellas y la luna, y alabaré estos magníficos tesoros.
Hoy, al recostar mi cabeza sobre la almohada, miraré hacia atrás para echarle un vistazo al dulce recuerdo de mi día.
Agradeceré también a quien creó todo el haberme dado el mejor día de mi vida al saber que tú también estás bien, amor.
Así, como ya dijimos, al despertar, podremos decir con alegría: “buenos días”.